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Així mateix

Ser feliz sin botellón

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Me gusta estar conectado al reloj de una vida apacible, ver como año tras año los pájaros emigran, unos van y otros vienen, los árboles lanzan sus hojas al viento, satisfaciendo a la vez una envidia de meses que tienen las hojas por querer volar como las mariposas, y, cuando por fin lo consiguen, pobres, no se dan cuenta de que están muertas.

La Cofradía del Queso Gamoneu una vez más, no ha podido celebrar su capítulo por respetar a pies juntillas la severidad que marcan las autoridades sanitarias sobre la covid. Mientras, sobre todo parte de la juventud, organiza botellones, porque ni la Guardia Civil, ni la Policía Nacional, ni la Policía Municipal, ni la policía autonómica, a la presente, han sido capaces de poner orden en el desorden anunciado todos los fines de semana. Pobres de quienes necesitan estar amorrados a la botella de alcohol para que esta sea cómplice de una felicidad peligrosa. Necesitan el alcohol para pasarlo bien, es triste que se hagan de esta manera futuros candidatos a ser carne de hospital hepática por su torpe conducta de botellón. Cuánto mejor sería ir debajo de los soportales de San Vicente de la Barquera y disfrutar bien acompañados de una parrillada mixta o unas hamburguesas. Hay también parrilladas de pescado mucho más económicas, y si se opta por la carne, las parrilladas de carne aparte de baratas son exquisitas, sobre todo si intervienen carne de esta zona montañosa. Si optamos por el marisco, personalmente he disfrutado mucho con una ración de mejillones al vapor. En Ribadesella nos pusieron una ración de mejillones que no se la saltaba un gitano con alpargatas nuevas por 10 euros. Ahí tuve mis dudas entre un vino pescador, un albariño o una cerveza. En Lastres disfrutamos de una zarzuela de pescado, cinco clases de pescado diferentes, donde intervenía la carne apretada del rape, la perfumada del sargo, la suavidad de la rosada y la corvina maridando con un hermoso salmonete, bailándole la gracia una docena de almejas y un par de andaricas.

Estando como estaba en la zona, fuerza era que hablase con alguno de mis conocidos, pastores de caprino y lanar y esas vacas que medran tan bien por los Picos de Europa. Por cierto, me dijeron qué conocimientos reales pueden tener los que se entretienen haciendo leyes, prohibiendo la caza del lobo, con unos conocimientos que no van mucho más allá del despacho. Ahora han prohibido cazar el llobu (lobo) preguntándose ¿Cuándo dejara el llobu de matar a las oveyas en el parque? El llobu les contestó cuando yo no tenga fame ¡¡¡no te jode!!! Ni dios ni los gobernantes nos tienen a todos contentos me decía Juan el de las cabras que elabora el mejor Gamoneu. Hace unos días la Cofradía encargó a Favila, su presidente, que llevase al papa Francisco un hermoso queso Gamoneu. Su Santidad tuvo a bien bendecir a toda la Cofradía en la persona de nuestro presidente. Según he podido saber a posteriori, al Papa le encantó el Gamoneu. Merqué en el mercadillo cangués, tres hermosos manojos de berzas, porque créanse ustedes, aquí en el mercado donde vamos María y yo a comprar, hay de todo menos berza, y un pote asturiano no sabe a nada si no lleva chorizo, morcilla, panceta y sobre todo berza. He cocido la berza y la he dividido en cuatro bolsitas, así ya va libre del punto amargo que en la primera  agua deja la berza, y así tengo para cuatro potes tanto asturianos como montañeses, para que en casa me suban el ego si en la mesa sale un buen pote.

Compré un pan de maíz en el mismo mercadillo cangués, no me ha gustado nada, aparte de que al día siguiente estaba duro como una piedra, ni para trinchera de guerra me parecía aceptable. Con todo, gracias a María que me llevó, me trajo y me aguantó, he pasado unos días maravillosos.

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