Lees, estupefacto, una noticia que, bajo el título de «Tickets para reducir el estrés navideño», arranca así: «La entidad pública del transporte de Berlín ha comenzado a vender billetes comestibles rociados con cannabis, una iniciativa con la que sus responsables esperan contribuir a reducir el estrés del periodo navideño. Compras de regalos de última hora, búsquedas desesperadas de aparcamiento en el centro, atascos... La Navidad en Berlín significa una cosa por encima de todo: estrés».
Y te preguntas: ¿Solo en Berlín? ¿Es eso a lo que habéis reducido la Natividad del Señor? Son -lo sabes- preguntas meramente retóricas. ¿Recordáis, desde la fe o desde el agnosticismo, que se celebra? Desde la fe, el alumbramiento de Cristo, vuestro Redentor y, desde el agnosticismo, una de las más bellas y revolucionarias propuestas ideológicas. Una propuesta que conserva, dos mil años después, toda su vigencia, toda su «bendita locura», toda su capacidad transformadora… Una propuesta que es una apuesta radical por el débil, una propuesta que se opuso y se opone al poder establecido, una propuesta que no persigue el enriquecimiento personal o sectario, una propuesta que apuesta por la mujer (los primeros testigos de la Resurrección de Cristo fueron mujeres, en una época en la que su testimonio carecía de valor alguno), una propuesta claramente antibelicista que exige un «dar la otra mejilla» antes que devolver el golpe, una propuesta que habla de un amor sin medida, una propuesta que exigió la expulsión de los mercaderes del templo, una propuesta que mostró y muestra el pacifismo como único método para la consecución de la utopía, una propuesta que promueve el acercamiento hacia sectores marginados y marginales de la sociedad (leprosos, prostitutas…), una propuesta que busca un reino inmaterial (un reino que no es de este mundo) basado en la justicia y la caridad, una propuesta que hace del perdón y del olvido esencia vital, una propuesta que obliga a dirigir la mirada hacia los que una injusta distribución de la riqueza ha dejado en la cuneta, una propuesta que prescinde del «yo» para primar un «tú»/«vosotros», una propuesta que…
- Una propuesta que habéis sustituido por la banalidad, el feroz capitalismo y la hipocresía…
- Consumís sin medida; acudís a regañadientes a encuentros en los que os sentís incómodos porque, entre otras cosas, a ellos asisten personas que no os resultan gratas y a las que no amáis ni habéis amado; os endeudáis; formuláis volátiles propósitos, interpretáis…
Alejandro Magno -cuentan- contaba con un soldado de vida disoluta que daba en llamarse a sí mismo, igualmente, Alejandro Magno. El emperador le llamó y le exigió que o cambiara de vida o cambiara de nombre…
Tal vez debierais replantearos por qué celebráis la Navidad y si lo hacéis desde la coherencia o no. Es decir: o cambiáis la forma de vivir estos días o cambiáis su denominación. En este último caso -tristísimo y empobrecedor- tal vez deberíais desearos «¡Felices compras!» «¡Felices días de El Corte Inglés!» «¡Felices jornadas de Amazon! «¡Felices excesos!» o «¡Felices hipocresías!»… En fin…
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Algunos post scriptum…
Hay post scriptums difíciles, tristísimos de escribir… Peores, aún, de asimilar y sentir. Inútiles, por la cerrazón cruel e inmisericordia de a quienes se dirigen… Ahí van, como la sota de bastos, tres de ellos…
P.S.1.- Al independentismo (o a cierta parte de él) de Canet de Mar (y en palabras de Lluís Llach): «Ez da hau lagunok, ez da hau/ hainbeste lore hila izan baizen,/ hainbeste nahi negartu baikenuen.»
P.S.2.- A la negacionista no vacunada que sí vacunó a su hijo y que, al ser preguntada por su evidente incoherencia, manifestó literalmente: «Lo hago porque cualquiera lo aguanta en casa, si me lo confinan»: ¡Qué asco! ¡Qué asco, de verdad, ‘señora'!
P.S.3.- ¿Conocen los negacionistas que falsifican -de hecho ya lo han hecho- certificados covid o los venden, que existe un delito perfectamente tipificado con el nombre de ‘falsedad documental'?