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Vía libre

La playa es de todos

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La ocupación de la arena por hamacas y sombrillas de pago, y todo tipo de artefactos para el disfrute, previo pase por caja, del día de playa, ha ido progresivamente arrinconando a los usuarios que llegan con una simple toalla, el ‘bocata' y su botella de agua. 

En algunas zonas y momentos punta del verano, si una no se quiere dar la gran caminata sino solo ocupar su parcelita y refrescarse en el mar lo antes posible, la cosa se pone complicada. Ocupar espacio entre tumbonas provoca de inmediato las miradas desde lo alto de los privilegiados que han pagado contra el invasor que busca sitio gratis. Se crean usuarios de primera y de segunda. La pregunta es ¿de quién es la arena? La privatización de las playas avanza con las autorizaciones o concesiones de estos espacios públicos con el fin, legítimo no lo dudo, de que los ayuntamientos obtengan ingresos. Pero como siempre hay que buscar el equilibrio. En algunas zonas turísticas los hamaqueros vigilan con celo el campamento de hamacas y parasoles; hay países que permiten incluso la delimitación con cuerdas y pilonas de madera de los reductos en cuestión, y encima policías playeros controlan que las sombrillas ajenas al negocio no tapen las vistas del mar a quienes han pagado. Poco a poco expulsan a la gente que no puede o no quiere desembolsar dinero, porque busca estirarse en el simple suelo, rebozándose de arena y dejándose abrazar por los rayos inclementes del sol.

Por eso me parece una buena noticia que el Ayuntamiento de Sant Lluís haya decidido reducir este verano la ocupación de sus playas por hamacas y sombrillas. En Punta Prima se pasa de 160 a 136 hamacas y de 80 a 68 sombrillas y se concentra el servicio en una única zona de 750 metros cuadrados. En Binibèquer el lugar destinado a esta oferta baja de 500 a 300 metros cuadrados para un lote de 60 hamacas y 30 parasoles, la mitad de las que había el año pasado. En una temporada en la que se prevé una gran afluencia de turistas, gana espacio, público no se olviden, el bañista de a pie, aunque se reduzca un poco el negocio. Un ejemplo a seguir.

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