27-II-23 lunes
Me llega la noticia del fallecimiento de Sor Elía, una de las monjas del Cos de Gràcia que tutelaron mis primeros años de colegial. En mi memoria se destila una sustancia agradable de aquellos años. No solo era ella, siempre discreta y prudente, también la bella y dinámica Sor Demetria que me haría ostentador de una caligrafía impecable, o la permanentemente ruborizada Sor Aurea, como si siempre estuviera pidiendo permiso para enseñar, y a la que recuerdo más vagamente. Y más lejos aún Sor Ana, de bondadosa sonrisa (no sé por qué me viene ahora a la memoria el papa Juan XXIII), que solo aparecía de vez en cuando, en sus interludios viajeros, creo recordar que era misionera. Perdónenme ellas por estas lagunas, pero escribo con retazos de memoria y ¡diantre!, han pasado setenta años... Las recuerdo con cariño.
1-III-23 miércoles
Hoy creo que es el día de la comunidad balear. Y lo pongo en duda porque desde que estoy profesionalmente jubilado los días son una sucesión de discretas y agradables rutinas en los que no se distinguen unos de otros. Solo recuerdo un día de la Comunidad algo diferente, cuando se concedió la medalla de oro al Ateneo de Mahón. Aquel fue un día verdaderamente especial, la recepción en el Consolat de Mar, el saludo del President Antich, mi pequeño discurso presidencial, la cena con los directivos desplazados a Palma…
Por asociación de ideas, acude a mi mente la figura del antiguo contable del Ateneo, el senyor Salom, con quien solía encontrarme en la Explanada y en sus últimos tiempos se mostraba cansado de vivir, algo exasperado por las cosas que veía en el mundo. Era una de las últimas bellísimas personas que he ido conociendo, gentes honestas, fieles y serviciales para quienes el compromiso, la palabra, eran ley. Pero era otro mundo, ese mundo de ayer que nos contara Stefan Zweig y que el señor Salom, entre melancólico y dolorido, añoraba.
Nada muy distinto de lo que uno va experimentando a un ritmo acelerado a partir de cierta edad. Excepto que la condición humana varía poco, cada vez se entienden menos cosas, sobre todo desde la digitalización del mundo. Esos móviles omnipresentes, castradores del idioma y de los nobles artes de la conversación y la contemplación (he visto a jóvenes y no tan jóvenes admirando, a través de la mirilla de su inteligentísimo teléfono los inconmensurables paisajes de las noruegas islas Lofoten sin levantar los ojos del artilugio). Y qué decir de esos tambores de guerra nada lejanos, del horror de esos desgraciados náufragos ahogados a las puertas de una Europa indolente, de esa aspereza crónica en nuestros país, de la cutrez inmensa de ese tal Tito Berni, o de esa desvergüenza de la «Operación Kitchen», nacida en las cloacas del Estado, o de ese continuo esperpento político… Quo vadis, Ramón Tamames?
6-III-23 lunes
Guirigay de asuntos estridentes en el despertar radiofónico. No sé si voy a poder resistir esta larguísima campaña electoral, esa incesante ristra de acusaciones y descalificaciones, encuestas y mítines que me ocupan menos que nada. Sin embargo, sí me resulta interesante del tema de la fuga a Países Bajos de Ferrovial, uno de los gigantes empresariales de España, por la polémica que ha generado, al entrar en colisión la sacrosanta libertad de empresa con los valores patrióticos de la gente de bien, pilares ambos de la praxis conservadora.
Mucho me temo que ante el poder del dinero bajan esos valores. Es lo que le ha pasado a la cadena televisiva norteamericana Fox que, consciente de la trola que estaban vendiendo sobre el presunto y nunca probado fraude electoral en las elecciones de 2020, siguió con el raca raca «porque si contaran la verdad, en este caso que las elecciones norteamericanas fueron limpias, perderían clientela a porrillo», según acaban de reconocer sus mandamases sin cortarse un pelo.
7-III-23 martes
No todo es feo en el mundo de hoy: me llega un video en el que el viudo de una profesora asesinada por un chaval de 16 años «que oía voces» le dedica, ante su féretro, un baile en plena calle al que pronto se suma una muchedumbre danzante…
8-III-23 miércoles
Escalofrío en el Día Internacional de la Mujer. Una niña de ¡once años! violada por una manada de chavales, algunos menores de catorce años. Es inevitable pensar en mi nieta de doce y seguir preguntándome, como el señor Salom, adónde vamos.