La licenciada ahora es presidenta del Congreso, casi nada. El sueldo y los honores valen la pena. No cabe duda de que se convierte en el político contemporáneo de mayor curriculum y eso que viene de perder unas elecciones. Nunca una derrota dio para tanto. A esto se le llama ganar perdiendo. En fin, mola mogollón tener uno de los nuestros en tal alta posición institucional. Francina donde irá, triunfará. Su perfil político, que tan poco ha gustado en Madrid, ahora se ha convertido en su mayor atractivo. Si con ello ya se puede hablar catalán en el Congreso, algo habremos ganado.
Pero de gestos no va a vivir toda la legislatura. Francina va a tener que ser otra Francina, necesitará una versión mejorada. Tendrá que ser más tolerante, más sincera, más diplomática, más astuta y desde luego, menos sectaria. Para presidir el Congreso hay que tener muchísima mano izquierda y el entorno de los madriles es mucho más ácido y despiadado que la tropa que ha sabido manejar hábilmente en Baleares durante los doce años que ha presidido alguna institución. Armengol llega a lo más alto y deja a su partido en lo más bajo, porque no entra en su papel pasar por las islas de vez en cuando a pegar cuatro guantazos a Prohens, porque ni quiere ni puede. Queda saber quién liderará el partido en Baleares y qué será de ella después de llegar tan arriba.