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Joan Miralles

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Ayer pude compartir un momento bello, especial y único en la vida de un amigo. Estuve en Montuïri, en los actos de homenaje a Joan Miralles i Monserrrat con motivo de su nombramiento como Hijo Ilustre del pueblo que le vio nacer.

Conozco a Joan Miralles desde hace muchos años. Fue profesor mío durante mis estudios de Filología Catalana en la UIB. Recuerdo su sabiduría y sus conocimientos en las asignaturas de Gramàtica Històrica e Història de la Llengua. Yo era muy joven. Escuchaba atenta sus explicaciones e intentaba aprender de sus enormes conocimientos. Acabé la licenciatura y me incorporé al Departamento. Durante muchos años, su director fue Miralles. Mi relación pasó de alumna a colaboradora y aprendiz, como joven profesora.

Joan Miralles es un hombre de una erudición extraordinaria, de una pasión por nuestra lengua arraigada en el alma, y de una capacidad de trabajo encomiable. Como decía Salvador Espriu, él también ha dedicado su vida a las palabras, al esfuerzo de salvar esas palabras que forman nuestra mayor señal de identidad. Salvarlas del olvido, de la ignorancia, de la persecución y de la muerte.

Joan forma parte del grupo de personas que han dedicado estudio, amor y esfuerzo a rescatar nuestra cultura. Apasionado por la riqueza de nuestra lengua, por la historia de Mallorca, por nuestro patrimonio cultural, su vida ha sido llena de perseverancia. Sus estudios, sus entrevistas a personas que forman parte de nuestra historia pasada, sus libros y proyectos de investigación… son una muestra de la magnitud de su tarea.

En Montuïri, Damià Pons hizo un elogio magnífico de la figura de Miralles. Tuvimos la oportunidad de ver un montaje audiovisual que recorría los orígenes, los trabajos, las luchas, las amistades, el espíritu excursionista fruto del amor a Mallorca, y también su extensa bibliografía.

Tenemos que agradecer al Ajuntament de Montuïri la iniciativa de nombrarle hijo ilustre. Los reconocimientos tienen mayor sentido cuando se hacen a personas vivas, que pueden ver con sus propios ojos que el pueblo por quien han trabajado y vivido reconoce sus méritos.

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