La matanza del 11-M no se olvidará nunca, pero la infame y cochambrosa manipulación que de los muertos y heridos hizo el PP del señor Aznar, y sobre todo numerosos y prestigiosos periodistas empeñados, por cálculo electoral, en atribuir a ETA el mayor atentado de la historia en Europa, sí parece que empezaba a olvidarse. Al menos, en los muchos reportajes, informaciones, documentales y homenajes a las víctimas el 20 aniversario de la masacre, que han llenado la prensa y la televisión esta última semana, no hemos visto a nadie del PP, y mucho menos a ninguno de aquellos periodistas, no ya disculparse, sino tan sólo reconocer un error. Al contrario, se ofenden si alguien se lo insinúa, y en el telediario del lunes, dedicado casi íntegramente a la matanza de Atocha, la FAES de Aznar defendía a aquel Gobierno y sus sórdidos bulos, asegurando veinte años después que no se había demostrado que ETA no tuviese nada que ver. La misma cantinela («no se ha demostrado») que durante años siguieron repitiendo a diario muchos presuntos periodistas, capitaneados por Pedro J. Ramírez, actualmente tertuliano de RTV, que tampoco se ha retractado nunca de nada.
Todavía hoy vemos lo difícil que le resulta al PP y sus terminales mediáticas vivir sin ETA, pero es que entonces, hace veinte años y aprovechando la matanza yihadista, cuando ya todo estaba demostrado y juzgado, incluso se llegó a sugerir una posible complicidad entre el PSOE y la fantasmal autoría de ETA. Se les está olvidando, sí, pero queda la estela. La huella, el rastro, el trazado, unas señales sumamente hediondas en el aire. Lo que explica que mientras celebran en Madrid ese atroz aniversario con gran alarde mediático, el PP siga su propia estela, eche mano de ETA para cualquier asunto, niegue con ferocidad las evidencias y, en definitiva, tropiece siempre consigo mismo. Según la vieja sabiduría y numerosos proverbios, el problema de mentir con insistencia es que luego no hay más remedio que seguir mintiendo, y el rastro, la estela pestilente, nunca termina de desaparecer. Parecía que estaba olvidándose, pero las conmemoraciones de estos días demuestran de no. Si sigues una estela durante veinte años, la eternizas.