Las compras por internet se han disparado de tal manera que a todas horas es habitual ver camionetas distribuyendo productos, el comercio on line tira del sector de la paquetería y cada vez más, aumentan las tiendas que recogen y entregan pedidos así como las taquillas inteligentes, situadas en lugares estratégicos, que se convierten en alternativa a la entrega a domicilio. Y es que es muy habitual que los horarios de las empresas de reparto no coincidan con los nuestros, que estés trabajando y entre un mensaje o una llamada del repartidor en el móvil advirtiéndote de una entrega y preguntando qué hacer.
Antes era bastante habitual hacer ese favor a un vecino y que te lo devolvieran a ti, incluso ofrecerte voluntario al cartero o al repartidor para recoger un envío, ¿qué mal podía haber en ello? Pero eso se ha terminado. Un empleado de Correos de Ciutadella ha sido suspendido de empleo y sueldo durante seis meses precisamente por confiar en la buena vecindad: dejó el paquete en un establecimiento próximo al que iba dirigido porque este se hallaba cerrado, y el destinatario le denunció. Lo hizo acuciado por la presión que reciben los trabajadores para cumplir con el reparto diario, alegan los sindicatos.
La noticia se cruza con otra de esta misma semana en la que el Gobierno admite que en cinco años el número de empleados de Correos ha pasado de 57 a 41, un 28 por ciento menos, en la misma línea de falta de personal que sufren otros servicios estatales en Menorca. Pero el argumento no ha servido de nada. Hay precedentes de que esa práctica es sancionable, la empresa de transporte UPS fue multada por la Agencia Española de Protección de Datos por dejar un paquete al vecino del destinatario sin la autorización expresa de este último; el afectado alegó que sus datos personales habían quedado expuestos a personas ajenas. Así que tal y como están las cosas, recoger un paquete del vecino de al lado te puede meter en un lío que tal vez no valga la pena. Es el signo de los tiempos que corren, hiperconectados y solitarios.