Como dicen los versos de Machado, reflejados en los manuales antiguos, el Guadalquivir nace en la Sierra de Cazorla y desemboca en Sanlúcar de Barrameda; y baña la califal Córdoba, como puede verse.
A principios del siglo X las Balears fueron incorporadas al Califato de Córdoba. Los islamitas llamaron «Menurka» a nuestra Isla; y la antigua Jammona [Ciutadella] fue su capital, en la que residía el almojarife, el dirigente muslime, en un edificio con su preciado mirador que daba –y da todavía– sobre el puerto de poniente, donde transcurridos los siglos se ubicó el palacete del gobernador de la Isla; y actualmente el Ayuntamiento.
Los musulmanes, volvamos a ellos, dividieron la Isla en cuatro prefecturas: Hasmaljuda (Torrellafuda), Bini-Saida, Binifabini y Alscaions (Alaior). Tanto en Córdoba como en Menorca se conservan aún molinos hidráulicos, reminiscencia del pasado, huellas que encarecen ineludiblemente a ese bien tan preciado: el agua, la vida…