En fecha reciente, publiqué en este Diario (22/04/24) el artículo: «Menorquines y Cartagineses se merecen un obelisco a Magón», pronunciándome favorablemente respecto al levantamiento de un obelisco al general cartaginés Magón Barca, por haber generado el nombre del puerto y ciudad de Mahón. Tal reconocimiento, quiero precisar, debería destinarse, fundamentalmente, a honrar nuestro gran puerto, cuyo homónimo generó el cartaginés con su estancia invernal, y que desde entonces viene identificando la gran cala de la Isla, en el devenir, real y analítico, de la historia universal, al menos hasta nuestros días. Magón era hijo de Amílcar y hermano de Aníbal y de Asdrúbal, quienes asimismo contaban, además, con una hermana casada, cuyo marido también se llamaba Asdrúbal.
La causa del homónimo responde a que el general invernó en el magno puerto (así lo califica Juan Ramis y Ramis), con su escuadra, a cuyo abrigo se acogió entre 206 y 205 a. C., extremo que Tito Livio (59 a. C. – 17 d. C.) dejó bien expresado: «Eadem aestate Mago Hamilcaris filius ex minore Baliarium insula, ubi hibernarat»1. Texto reconocido por Juan Ramis y Ramis, Fray Francisco Pons, Francisco Hernández Sanz, Manuel Fernández-Miranda y, recientemente, entre otros de gran interés, por Fernando Prados2.
Tito Livio asimismo alude a una primera visita al archipiélago del comandante Magón, hermano menor de Aníbal, para reclutar mercenarios, en el año 209 a. C., después de la batalla de Baecula en la campiña de Jaén (Titi Livi, Lib. XXVII, 20. 7). Margarita Orfila, en un interesante artículo sobre los inicios de la romanización en Menorca y antecedentes, escribe3: «Parece que el general Magón, tras la batalla de Baecula (Domínguez Monedero, 2005: 176-177), se dirigió personalmente a las Baleares con una gran cantidad de dinero para reclutar tropas» (Liv., XXVII, 20, 7-8). Realmente este episodio, como dije, acaeció en 209 a. C. Efectivamente, Tito Livio, refiriéndose a Magón, escribe: «tradito exercitu ipsum cum grandi pecunia ad conduccenda mercede auxilia in Baliaris traicere».
Magón, señala el profesor Prados, abandonó Iberia en 206 a. C., saliendo de Cádiz con embarcaciones de carga y transporte, se detuvo en Ibiza, donde reclutó mercenarios, fue rechazado en Mallorca y finalmente fondearon en Menorca, donde «parece que pisaban un terreno mucho más afín para pasar el invierno y obtener mercenarios» (Roma, 2023). Así escribió Tito Livio: «in minorem inde Baliarium insulam traicerunt, fertilem agro, viris armis haud aeque validam itaque egressi navibus super portum loco munito locant castra; ac sine certamine (sin combatir) urbe agroque politi, duobus milibus auxiliarum inde conscriptis missique Carthaginem, ad hibernandum naves subduxerunt.» (Lib. XXVIII, 37-38, 206 a. C.).
Así, después de alistar 2.000 auxiliares, Magón abandonó Menorca en la primavera del año 206 a. C. con 30 buques de guerra y un gran número de transportes; con 2.000 infantes y 2.000 de caballería, con destino a Liguria. Aunque llegó a controlar el Norte de Italia, Magón nunca llegaría a reunirse con su hermano Aníbal, como tenían previsto.
Magón, dejados diez buques de escolta en Savona, se dirigió con el resto de buques a Cartago, en 202 (a. C.). El joven Publio Cornelio Escipión, El Africano, sucesor de los derrotados Escipiones, Cneo y Publio, hijo de éste y virtual vengador de la familia, les estaba esperando, pero Magón, el menor de los hijos de Amílcar y comandante de Caballería murió en el mar antes de llegar a África.
Después de la derrota de los cartagineses en la batalla de Zama, en 202 a. C., que supuso el final de la segunda guerra púnica, afirma el profesor Fernando Prados que aún es factible situar Menorca dentro de la zona púnica, aunque ligada económicamente a Ibiza.
La balear menor, durante ochenta años gozaría, con todo, de cierta independencia, hasta que el cónsul Quinto Cecilio Metelo conquistara la isla para Roma, en 123 a. C, con dificultades y requerimiento militar (M. Orfila, 2008, 24-25), con objeto de preservar y controlar la navegación en aguas del archipiélago balear.
Los cartagineses eran un mercado cautivo de los menorquines, quienes les venderían productos agrarios, también manufacturas locales. Ello no excluye que los honderos menorquines les vendieran sus habilidades militares, incluso, puntualmente, a cambio de recursos monetarios, aunque el instrumento cambiario habitual fuesen bienes tangibles; con todo, la economía monetaria se iría imponiendo con la romanización de la isla (M. Orfila, 2008). Los honderos existieron tanto en Mallorca como en Menorca y no son específicamente representativos de la balear menor; y desaparecieron con el avance de la romanización insular. El homónimo «Mahón» ha pervivido con el puerto, sujeto activo y reconocido siempre a lo largo de la historia.
1 Titi Livi, «Ab Urbe Condita», Liber XXVIII, 45-46, a. C. 205, Lipsiae, Aedibus R. G. Teubneri, 1883. Obra magistral inspiradora de dos grandes historiadores modernos de Roma: Momsen y su discípulo Max Weber.
2 Fernando Prados, 2023, «Tras la huella de los Barca en Iberia y Baleares: la documentación arqueológica», Supplementi alla Rivista di Studi Fenici, CNR edizioni, Roma, 69-98.
3 M. Orfila, 2008, «La intervención de Q. Cecilio Metelo sobre las Baleares (123 a 121 a. C.). Condiciones previas y sus consecuencias», Pyrenae, núm. 30, vol. 2, «Revista de Prehistoria i Antiguitat de la Mediterranea Occidental», nota en p. 11.