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Inflación futbolística cósmica

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Puede que estos días de Eurocopa con tres partidos diarios y programación continua de fútbol en televisión, igual que si el mundo estuviese metido en un bucle espacio-temporal que abarca prensa y demás medios de comunicación, hagan pensar a algunos espectadores que la expansión inflacionaria del fútbol ha adquirido magnitudes cósmicas. Si esa es la sensación que tienen, no se preocupen; no se han vuelto locos, es exactamente lo que está pasando. El fútbol, como el universo primigenio a los 10 elevado a -35 segundos después del Big Bang, está experimentando una inflación cósmica impulsada por la energía del vacío, que crea su propio espacio y tiempo mientras se expande, y que los físicos teóricos llamaron teoría inflacionaria. La propuso en 1981 el físico Alan Guth, que tiene nombre de villano de cómic, para paliar los numerosos problemas y desajustes de la vieja teoría del    Big Bang, y recuerdo que aparece una partícula hipotética llamada inflatón, responsable de esa más hipotética todavía expansión inflacionaria ultrarrápida.

También hay otra partícula, más hipotética que el Ave Fénix (Fenghuang en chino), que se llama curvatón, aunque la verdad es que no sé qué hace ni por qué. Y qué tiene que ver todo esto con el fútbol, me dirán. Nada, en efecto, salvo que el fútbol, que por sí sólo es un universo paralelo, también crea en su vertiginosa expansión su propio espacio y tiempo. Su moral, sus leyes, sus fantasmas. Su propia realidad alternativa. Impulsado por la energía del vacío (o de los inflatones y curvatones) desaloja una cantidad de información, datos, debates, análisis, especulaciones y necedades, que supera de largo a toda la no futbolística existente en el mundo, incluyendo política, finanzas, cultura, sucesos y comunicación en general. El fútbol es el contenido en sí, y no es que cope y sature toda la comunicación, como vemos estos días, sino que genera comunicación además de mucho patriotismo. Quizá sin fútbol aún nos comunicaríamos con monosílabos, o gestos y muecas, o gruñidos. Yo me quité del fútbol hace años, y no vean la cantidad de tiempo libre que tengo ahora. Pero no lo intenten en sus casas si no saben cómo van a llenarlo. Es peligroso.

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