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Prohens, año 1

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Tras un año desde que Marga Prohens asumió la presidencia del Govern, toca hacer balance.  Provocan ternura los apocalípticos análisis de los líderes de la oposición valorando en los medios la gestión de la campanera. Ellos, que durante ocho interminables años se limitaron a hablar y a prohibir, sin llevar a cabo ni una sola política transformadora que resultase perceptible para la ciudadanía -nada de nada-, nos anuncian un incremento de las movilizaciones porque Prohens está osando gobernar, y eso les exaspera.

De momento, la presidenta ha sido la primera dirigente autonómica en agarrar el toro de la saturación turística y demográfica por los cuernos, encargando estudios para la adopción de medidas concretas. Armengol y los suyos, además de consentir en las últimas dos legislaturas la macrourbanización de Mallorca con 3.000 viviendas legales más en suelo rústico y otros tantos miles ilegales -caravanas, casetas y chabolas incluidas- y decir -eso se les da muy bien- que luchaba, con solo una docena de inspectores, contra un arrendamiento vacacional ilegal que no ha parado de crecer, no adoptó medida eficaz alguna. Cero. Tampoco en materia de vivienda social. Otro cero.

En el ámbito educativo, Prohens, nada más tomar posesión de su cargo, le pintó la cara a su predecesora incrementando las plazas de Educación Infantil 0-3 gratuitas mediante unos conciertos que permiten que muchos miles de familias de las islas puedan conciliar su trabajo con la debida atención educativa de sus hijos. Las organizaciones afines de la izquierda, claro, critican esa «privatización», pero fueron los suyos los que no construyeron ni un solo centro público 0-3 en ocho años, trasladando esa responsabilidad -y el déficit que supone- a los ayuntamientos, que obviamente en cero coma privatizaron la gestión de sus escoletes.

Para contrarrestar esta magnífica noticia, Negueruela, sus exsocios y las organizaciones de su entorno fantaseaban con hacernos creer que el Pla Pilot de lliure elecció de llengua del conseller Antoni Vera -avalado, de momento, por el TSJ- iba a suponer un enorme retroceso en materia de conocimiento del catalán, en tanto que ahora critican que «solo» once centros se hayan sumado a él. Realmente no sé qué esperaban. El propio concepto de pla pilot ya nos describe el carácter experimental de la medida y su necesaria evaluación para valorar si es extensible a más centros. Pero la obsesión enfermiza de la izquierda en contra de la enseñanza concertada les hace ver bubotes por doquier.

Probablemente, con ello intenten trasladar la responsabilidad de su absoluto fracaso a lo largo de ocho años en frenar el declive del uso social de la lengua catalana. Si en lugar de dividir y hacer política con la lengua, el Govern de Armengol y sus satélites de la sociedad civil -OCB incluida- se hubieran dedicado a promocionarla de forma no impositiva entre los castellanoparlantes, respetando sus derechos lingüísticos, a buen seguro otro gallo nos cantara.

Prohens tiene todavía mucho camino por recorrer en materia de infraestructuras de movilidad, gestión del agua, vivienda, sanidad y educación, pero, a diferencia de sus predecesores, probablemente incurra en algunos errores, porque, al contrario que aquellos, ella sí toma decisiones.

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