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Sin flash

Tenemos que hablar

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No hay nada más triste que dos personas que no se hablan. También es triste que no se entiendan, no se escuchen o se mientan. Todos necesitamos encontrar a alguien con quien poder hablar. Un interlocutor válido. Un monólogo puede ser interesante como espectáculo, pero en la vida real resulta frustrante. Hablar solo, sobre todo si no tienes nada interesante que decir, es una lata. Nuestra sociedad ya no es tan habladora como antes, cuando no había tele ni móviles y la gente se miraba a la cara y se contaban cosas.

Empezará el curso político con su diálogo de sordos. Más que hablar entre sí, se lanzan consignas del partido. Todos y todas repiten la misma frase, que les viene de arriba para que no haya discrepancias ni tengan que pensar por su cuenta. Yo con éste no me hablo, que no piensa como yo, dicen los nuevos demócratas.

Aunque hacen lo posible por evitarlo, a nosotros nos gusta encontrarnos con cualquier excusa y ponernos a hablar. Un poco de todo. Aunque no estemos de acuerdo. Chafardeamos. Nos cuestionamos cosas. Contamos chistes o chismes. Hay chismes cortos, chismes de médicos, chismes sin gracia… A veces, discutimos. Pero en el fondo valoramos la necesidad de la comunicación, de no estar solos, peleados e inconexos, porque también se hace camino al hablar.

Sin entendernos, con todo lo que se nos viene encima, no podremos sobrevivir. Espero que no perdamos el instinto de conversación.

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