Como su nombre indica, para vivir es preciso tener vivienda, ya que lo primero es dónde hacerlo. Luego ya se verá, la vida es dura. Pero sin vivienda es imposible. Y dado que los seres humanos no saben construir madrigueras con las manos, como los topos, y si saben no les sirve de nada porque el subsuelo de las ciudades ya está ocupado por alcantarillas, conductos, sótanos, cables, cañerías y estancias secretas donde se urden asuntos de Estado, y ahí no está permitido construir un hogar del tamaño de un nido de ratas, es normal que el problema de la vivienda sea el más angustioso de nuestra ciudad. También de España y de toda Europa, por lo que hasta la señora Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se ha dado por enterada y urge a tomar medidas. Qué medidas no se sabe. Hace años que sólo se habla de escasez de vivienda, que unida al nulo poder adquisitivo de la mayoría de la gente, que no pueden adquirir nada ni siquiera alquilarlo, convierte este asunto en la segunda mayor preocupación de las sociedades avanzadas. La primera, por lo visto, es la inmigración.
Ah, las sociedades avanzadas. Es fácil reconocerlas, porque en ellas no se puede vivir. Por falta de vivienda, decíamos. Yo he vivido en una docena de lugares en esta ciudad, incluidos un par de hoteles, pero claro, eran otros tiempos. Ahora es imposible, por lo que muchos en lugar de vivir vivaquean, es decir, se hacen un vivac a la intemperie, duermen al raso en un saco. El vivac es un tipo de refugio efímero de urgencia, que no se puede plantar en cualquier sitio porque hoy en día todo es de alguien, y no hay forma de dar un paso sin invadir la propiedad privada de los demás, sagrada a más no poder. Se te cae el pelo. Según el Banco de España, harían falta más de medio millón de viviendas para empezar a afrontar el problema (para que se pudiera vivir), pero no parece que en las mencionadas cloacas del Estado, de ningún Estado, se esté pensando en eso. Ni en la cifra similar de emigrantes que necesitaremos para que funcione la economía. Al contrario, el problema es cómo expulsarlos en caliente. Es el dogma de las sociedades avanzadas. Quien pueda vivir, que viva; quién no, que vivaquee.