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El descontento económico de mucha gente

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Están mejorando los niveles de vida en España? En principio, la economía va bien; eso es al menos lo que dicen los datos de PIB y empleo. Sin embargo, un creciente porcentaje de la población española considera que su situación económica está empeorando. Sería fácil apuntar a que esto es causa de los disparados precios de la vivienda, que se están apropiando de las rentas de una considerable parte de los hogares trabajadores. También se podría hablar de la campaña de bulos y desinformación orquestada por la derecha para difundir la idea de que los españoles cada vez viven peor. Pero hay algo más.

Si nos fijamos en como los hogares distribuyen su gasto en consumo (que es lo que define, en buena parte, su bienestar material), vemos que el primer quintil de gasto en consumo (es decir, el 20 % de la población que menos gasta en consumo, y que por tanto tiene menos capacidad de compra) dedica el mayor porcentaje de su gasto a bienes esenciales como la alimentación. Por otro lado, si ponemos el foco en la relación gasto-cantidad física adquirida de alimentación, lo que vemos es que ésta ha experimentado un incremento en el caso de muchos alimentos. Esto nos permite sugerir que la inflación ha afectado considerablemente a los bienes y servicios esenciales. Estos datos apuntan a un estancamiento e incluso empeoramiento del nivel de vida de un porcentaje no trivial de la población española. De hecho, el primer quintil de gasto en consumo ha incrementado notablemente el porcentaje de su renta disponible que destina al consumo de bienes esenciales, lo que implica una reducción de su margen presupuestario para consumir otros bienes y servicios.

Esto se ha visto exacerbado con el reciente episodio inflacionario vivido en el periodo 2021-2023. La reciente inflación ha afectado especialmente a la capacidad de los hogares para adquirir bienes y servicios esenciales, sobre todo en el caso de los hogares que se encuentran en la parte inferior de la distribución del ingreso. De hecho, los aumentos de los precios de los bienes y servicios de consumo en 2022 y 2023 han estado liderados por la alimentación, un sector al que el primer quintil de gasto dedica prácticamente el 25 % del total de su renta disponible (y el segundo y el tercer aproximadamente el 20 %).

Lamentablemente, cuando hablamos de cifras macroeconómicas tendemos a obviar muchas de las cuestiones que éstas esconden y que afectan a la calidad de vida de la gente. La desigualdad ha convertido a España en uno de los países europeos con mayor tasa de pobreza monetaria (más del 20 % de la población española cuenta con una renta inferior al 60 % de la mediana del ingreso disponible de los hogares después de transferencias) y con mayor tasa de población en riesgo de pobreza absoluta y exclusión social. Esto termina dificultando la capacidad de acceder a un nivel de vida mínimo, lo cual constituye una restricción fundamental del bienestar individual y colectivo. Si a todo esto añadimos que los aumentos de precios se concentran en los bienes de consumo a los que las rentas bajas dedican la mayor parte de su ingreso disponible, concluimos que se está cocinando una crisis social que puede estallar en cualquier momento y de cualquier modo.

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