Hay analistas que dicen que es conveniente no tomar en serio a Trump. Otros creen que sí hay que tormarlo en serio pero no al pie de la letra. Que triunfe como showman no le impide hacer caer o subir las bolsas según le convenga, cada vez que habla de aranceles. Y si con ello beneficia a los suyos, ¿qué problema hay? El esfuerzo periodístico por intuir la dirección es inútil.
De lo que no hay duda es que Trump ha marcado un estilo de gobierno y de política, la de dar protagonismo y dejar jugar a los multimillonarios. Elon Musk es el mejor ejemplo. Entre actuaciones esperpénticas para expulsar a funcionarios de servicios básicos como si fueran un virus y apoyos a partidos de ultraderecha, como AfD de Alemania, ha visto como las políticas de su mentor, de momento, le han hecho perder en bolsa hasta 17.800 millones de dólares. Ylas ventas de automóviles Tesla en Europa se han desplomado un 45 por ciento en el primer trimestre. Ha mejorado un poco la cotización cuando ha anunciado que se dedicará más a sus empresas que al Gobierno de Estados Unidos. Una buena noticia, sin duda.
Con Trump los millonarios lloran. Aunque no todos. Para comprobar el ambiente que anima este colectivo, un ejemplo. El viernes pasado se ha celebrado en Los Ángeles una «carrera de espermatozoides», en el Hollywood Palladium, uno de los teatros históricos de la ciudad. La startup organizadora ha conseguido un gran apoyo de los multimillonarios de Estados Unidos. Estaba prevista la asistencia de 4.000 personas para ver en directo la carrera. En una pantalla gigante podía seguirse el recorrido de unos 20 centímetros de los espermatozoides de dos estudiantes universitarios, perfectamente seleccionados. La noticia no informa de si Trump estaba entre los invitados o entre los patrocinadores, pero es evidente que su espíritu impregnaba el teatro de Los Ángeles.
Es la nueva versión de «Sonrisas y lágrimas» con el guión de la Casa Blanca.