No habrá una tercera frecuencia diaria en la ruta aérea entre Menorca y Madrid el próximo invierno. La Orden Ministerial que recoge las nuevas condiciones para la Obligación de Servicio Público (OSP) establece solo dos, como hasta ahora, y una tercera semanal como refuerzo que, en realidad, ya prestaba los lunes la compañía adjudicataria, Iberia-Air Nostrum, porque la demanda de plazas lo hacía rentable. Ni tercera frecuencia ni más asientos garantizados, salvo que haya cambios de última hora en la licitación del contrato, eso sí, se confirma que serán cinco meses, del 1 de noviembre al 31 de marzo, los que estará vigente la OSP.
El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible no ha escuchado las reivindicaciones menorquinas sobre la necesidad de mejorar la conexión con Madrid en invierno, pese a que desde el principio las agencias advirtieron del colapso y de la necesidad de dotarla de los aviones más grandes, que solo se han puesto al final, en abril. Un mes menos de OSP tampoco se verá reflejado en mayor capacidad, se confía en que la competencia salvará abril, con la entrada avanzada de Ryanair –al final, habrá que suplicar al criticado O’Leary–, y su política de precios baratos, pero eso sucederá si quiere y si le resulta atractivo operar.
Las aerolíneas siempre juegan con ventaja, el argumento del Gobierno es que podrían no presentarse, y en ese caso, quedar desierta la ruta. Algo así como lo que sucede con las constructoras, que pasan de los contratos públicos, no les salen a cuenta. La subida de costes también es el argumento del segundo mazazo aéreo recibido esta semana: la tarifa de referencia de la OSP con Palma sube de 82 a 113 euros para trayectos de ida, y en la flexible el margen de aumento llega al 30 por ciento.
Es difícil no sentirnos cada vez más encerrados y hasta cuesta creer cómo pueden visitarnos a unos precios con los que te puedes plantar en cualquier otro lugar del continente e incluso fuera de él.