Siempre he pensado que uno de los tesoros más grandes que una persona puede tener es una buena amiga, un buen amigo.
Y no importa si forma parte de tu familia, yo tengo nueve hermanos (5 chicas y 4 chicos) y con ellas hablo de todo… de lo bueno pero también de lo malo… y son para mí una muleta (ahora que he de caminar con dos se me hace gracioso llamar así al apoyo que me brindan), una muleta imprescindible en mi día a día.
Pero también es cierto que a lo largo de la vida vas haciendo conocimientos de personas que, algunas de ellas, se meten más adentro de tu ser y acaban siendo otros grandes apoyos.
La amistad es algo más que esa simpatía que nos puede provocar este o aquella, es algo profundo que hace que tu vida sea más rica... más auténtica.
Aquí, en Menorca, he encontrado un «elenco» de personas que se han convertido en parte importante de mi vida.
Me dice alguien que es imposible tener muchas amistades de las de verdad… y yo me quedo alucinada porque mi experiencia es absolutamente lo contrario.
Aunque es verdad que me es más fácil entablar una relación abierta, de confianza, serena con mujeres que con hombres y me pregunto por qué.
He analizado profundamente este tema y creo que la cuestión está en que el hombre está muy poco acostumbrado a abrir su corazón, a exponerse ante un amigo o una posible amiga.
Fijaos, por ejemplo, cuando vais a una conferencia, a un restaurante, a viajar… cuántos grupos de mujeres juntas encontráis... cuántas veces veis «cuchichear» a esos grupos en círculos de donde emana una sensación de complicidad… y qué difícil es verlo entre hombres.
Es que nosotras estamos más abiertas a entregar nuestros pensamientos, a abrirnos... casi diría que el «pudor» deja paso a la confianza y somos capaces de exponer nuestras tripas... aquello que quizás no marcha bien, aquella situación que nos ha bloqueado…
Tengo buenos amigos del sexo opuesto y sobre todo hermanos mágicos que siempre están dispuestos a escucharme , hombres a quienes me puedo confiar, pero es cierto que me es más «natural» hacerlo con una amiga.
También puede ser que en el camino de la vida esa «amiga» te decepcione… hay circunstancias que tuercen la relación, pero si realmente es una amiga de las del alma, el tiempo y unas buenas conversaciones te hacen recuperar esa amistad.
Claro que para ello has de hacer un esfuerzo de comprensión, de escuchar y ponerse en su piel, para así poder entender y valorar cuál ha sido la razón del distanciamiento y sobre todo has de saber perdonar y dejar noqueado el rencor que has ido acumulando con el paso del tiempo.
Ser muy generosa es otra gran actitud y sobre todo saber que tu tristeza ante el desengaño se evade frente al gesto del reencuentro.
No sé por qué os he hablado hoy de este tema, quizás es porque cuento con un elenco maravilloso de personas que me hacen sentir ser muy querida… y esa sensación es impagable.
Así que abríos a tener relaciones sanas, abiertas, sinceras y confiadas… os aseguro que vale la pena, que el sentimiento y la sensación de un buen abrazo, de un apretón de mano en ese momento triste, de una mirada ante una situación triste o dulce… ¡es un regalo!
Abrazar, decir a quienes son vuestros compañeros o amigos lo que sentís... agradecer verbalmente esos apoyos incondicionales.
Acercaos a buenos árboles que, como dice el refrán, os darán un buen cobijo.