Les suena? Irak «tenía» armas de destrucción masiva y resultó que no. El relato se reactiva: Irán «está fabricando» una bomba atómica y hay que atacar. Esta narrativa la impulsan un Estado que ha utilizado armas atómicas contra ciudades –Hiroshima y Nagasaki–, una fuerza ocupante que, según el tribunal de La Haya, comete genocidio en Gaza y una UE que no duda en fotografiarse y recibir a asesinos del yihadismo radical del ISIS. Calificar este discurso de cínico es quedarse muy corto. Al margen de las valoraciones que cada uno tenga sobre el régimen en Irán, el debate incumbe al pueblo iraní, que tiene derecho a resolver sus contradicciones sin injerencias externas. Mirando a Irak, Afganistán, Libia o Siria queda patente que ningún proceso emancipador nace de las guerras impulsadas por EEUU, la OTAN, la UE o los intereses del sionismo. Más allá de los movimientos militares, se tambalea la narrativa de la superioridad moral y civilizatoria del Occidente anglófono, que sigue arrogándose el derecho a invadir, destruir e imponer reglas unilaterales al resto del mundo.
Está en juego el derecho internacional, constantemente vulnerado y esta nueva escalada bélica únicamente beneficia a la industria armamentística y a los «mercaderes de la muerte» con sede en centros financieros como la City de Londres. No es un camino hacia los derechos humanos ni el bienestar de los pueblos. Esta nueva guerra imperialista, que algunos desean, no será la solución de nada.