El Ayuntamiento de Ferreries ha aprobado su primer régimen sancionador relacionado con las fiestas de Sant Bartomeu. La normativa que las rige cuenta ahora con la definición de las infracciones leves, graves o muy graves y las consecuencias que acarrean. En una decisión pionera y que le honra, este municipio ha incluido en ese marco regulador el veto a los jinetes que han sido condenados por violencia de género y de maltrato animal.
Ambos son delitos considerados, como no puede ser de otra manera, faltas muy graves, e implican quedarse fuera de la qualcada dos años y hasta cuatro en caso de formar parte de la Junta. El acuerdo ha salido adelante por unanimidad de los grupos políticos y eso, en estos tiempos en los que existe confrontación por cualquier motivo, es algo digno de reseñar.
Ha habido acuerdo en que no vale todo y que aquellos que no respetan a las personas ni a los animales que protagonizan el festejo, ya que tienen antecedentes penales por crueldad hacia ellos, u órdenes de alejamiento en los casos de violencia de género, deben por lo menos ser reprobados socialmente y privados del honor de participar en la fiesta.
Lo contrario sería poner al zorro a vigilar el gallinero. Como bien argumenta la Protectora de Animales de Maó, hay conductas intolerables y límites morales que no se deben traspasar, y que además perjudican a quienes sí actúan con responsabilidad.
Sin embargo y de manera incomprensible, no hay ningún otro ayuntamiento que manifieste de momento que seguirá el ejemplo de Ferreries, no prevén incorporar en sus reglamentos este tipo de sanción, pese a que ha habido casos concretos en Maó de participaciones polémicas en sus fiestas, dos hombres con sentencias firmes, uno por agresiones sexuales y otro por dejar morir a varios caballos en su finca. De momento solo Ferreries actúa de forma valiente y es una lástima que otros ayuntamientos no pasen de la teoría y la pose, a la práctica.