A fecha de 30 de abril último, el presidente Trump había llegado al récord de haber firmado 142 decretos sin que por eso se haya parado porque a la presente sigue televisando urbi et orbi su firma, aparte de zarandear la economía de todo el mundo. Por si todo le pareciera poco, ha decidido las redadas para localizar y echar a todo migrante que su policía consiga localizar. Por si fuera poca cosa, ya se da una recompensa económica a quien señale a un emigrante. Y así le ha pasado, que las protestas por las redadas de deportaciones en Los Ángeles han terminado en huelgas que se han empezado a extender por todo el país (permítanme un inciso, los de Abascal dicen ahora de deportar a 8 millones de inmigrantes).
No crean que estos hombres son los únicos con poder en este mundo tan inseguro que hayan tomado decisiones completamente erróneas, por no decir otra cosa que a lo mejor contempla el Código Penal. En 1570, por motivos políticos y fanáticos, se prohibió el consumo de café bajo pena de muerte. Tomar un café te podía costar la vida. Groucho Marx dejó dicho que la política es el arte de buscar problemas, hacer luego un diagnóstico erróneo terminando por aplicar el remedio equivocado. Pues miren ustedes, en no pocas ocasiones ha sido así, algunos mandatarios han hecho un ridículo para enmascararlo como prueba de su impresionante vulnerabilidad mental llegando a creerse que alguien podría convertir el agua mezclada con ciertas plantas hasta conseguir un combustible superior a la gasolina. Para tal maná energético, llegáronse a construir depósitos subterráneos. En el anárquico oficio del mando y ordeno encontramos docenas de ejemplos, «el señor de los aranceles» lleva su estilo de ejercer su poder a extremos impensables, más de 10.000 indocumentados (migrantes) fueron detenidos en una semana, se calcula que a unos 3.000 diarios en EEUU y eso que se sepa.
Ahora han prohibido a unos cuantos países que sus ciudadanos viajen a EEUU y si el calendario no nos engaña, estamos en pleno siglo XXI. Lo malo de estas políticas es que les salen admiradores que las jalean y políticos de nuevo cuño que las imitan. Aquí ya nadie se acuerda de sus avatares judiciales, total… ¿para qué? Si no hubiera migrantes Isla Cristina (Andalucía) no existiría porque la fundaron hace 200 años los migrantes catalanes. Curiosamente, y mira que me extraña, no han conservado su lengua porque se habla andaluz pero sí que se han conservado una buena cantidad de apellidos netamente catalanes. ¿Y a EEUU qué le quedaría si quitásemos ingleses, franceses, españoles, italianos, portugueses o Países Bajos? Mal que le pese al señor de los aranceles, América y de ella EEUU existen gracias a los migrantes, incluso si me apuran diré que Cristóbal Colón y los que con él iban, cuando el 12 de octubre de 1492 llegaron a América eran un variedad de migrantes que se convirtieron, si se me está permitido decirlo, en «okupas» geográficos.
Hay otros mandatarios en este mundo de impresentables, que estando de visita en un país que no es el suyo, llaman a destruir al «bandido local», léase Pedro Sánchez, sin atisbo de decoro y a los socialistas el mismo individuo los llama «socialistas de mierda». Les puedo garantizar que no me gustaría que un presidente de otro país de visita en España llamase a destruir a la derecha de mierda y ni que al señor Feijóo le llamase hijo de pu… (Dice Rosa Montero: «qué horrible es el ser humano cuando se vuelve horrible»). Hoy en día el lenguaje político es descaradamente lamentable, zafio, soez cuando no putrefacto y hediondo.
Da pánico ver cómo actúa el señor de los decretos, sabiendo además que tiene debajo de la almohada la llave de un espantoso arsenal nuclear.