Si la burbuja del turismo estalla, todos sufriremos las consecuencias. Hemos abusado tanto de la gallina de los huevos de oro que quizá se esté quedando estéril. Es evidente que la masificación turística, la saturación de playas y carreteras, la destrucción del paisaje, la desmesurada oferta de plazas, el incremento de precios, el consumo de territorio y recursos… son elementos clave para entender que el turismo ha tocado techo y que posiblemente en el futuro empiece a decrecer.
Que la isla ha dejado de ser un paraíso para convertirse en una ratonera llena de cemento y asfalto colapsada por la masificación. Y que, con el desborde al que hemos llegado, hay muchos destinos turísticos más económicos y apetecibles que las Islas. En lugar de poner freno a este caos de sobreabundancia, todos los gobiernos (y más aun el actual PP y Vox, que acaba de aprobar la Ley 4/2025, que permitirá un aumento urbanístico espectacular) solo han pensado en seguir creciendo sin tener en cuenta para nada el futuro. Un futuro que, si continuamos por este camino, solo conduce al precipicio.