Desde que los que no votan a la izquierda son fachas, y derecha y ultraderecha son sinónimos, estos han proliferado de tal manera que pronto serán mayoría. Es verdad que muchos no saben lo que fueron el fascismo y el nazismo, pero han visto películas sobre el tema que, junto con los comunistas y los terroristas islámicos, han dado personajes maléficos a porrillo. Los jóvenes apenas saben lo que fue la Guerra Civil, el franquismo o el terrorismo de ETA. Por eso, como en la ignorancia todos los gatos son pardos, o fachas, es muy difícil hoy en día no ser tildado de fascista, machista, españolista o reaccionario.
Cualquier crítica a este ejemplar gobierno de coalición de socialcomunistas con independentistas es sospechosa. Pero los desafectos al régimen sanchista aumentan cada día. Eso de la unidad de España es una perra que han cogido algunos para oprimir a los indepes. Y las acusaciones de corrupción son bulos y fango. Los jueces hacen lawfare para perseguir a los sufridos políticos de pueblos oprimidos que se han saltado leyes injustas. Si no estás a favor de la inmigración descontrolada, eres un racista insolidario. Demagogia sin fronteras.
Generalmente, la destrucción es un proceso más rápido que la construcción. Pasa en muchos países y suele ocurrir escalonadamente, sin darnos tiempo para reaccionar. Alguien podrá decir cuando nos lamentemos: No añores lo que perdiste, porque nunca lo defendiste.