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Xerradetes de Trepucó

¡Agua va!

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Así clamabam    las comadres    desde lo alto de alguna de las ventanas de su hogar, antes de lanzar un cubo de agua sucia, o la de lavarse la cara por la mañana. Mahón    continuaba sin perfilar sus calles y barrios tal cual le sucedía a principios de 1900 en las calles Ravaleta, Nueva, cuesta de la Plaza,    y adyacentes o alrededores, la de la pescadería... y así podríamos voltear todo el Mahón polvoriento, con lo cual el agua usada era un auténtico beneficio para apaciguar en días ventosos, que la tierra volase ensuciando los tramos de acera, en caso de haberlas, que las    mujeres    procuraban que se mantuviesen limpias.

No es extraño que la mayoría de gente mayor todavía hoy conserve esta especie de estima o precaución de no abrir el grifo, y ¡hala... al llegar el mes ya pagaremos el suministro! No, qué va, se iba con mucho cuidado. Los hogares contaban con la consabida cisterna para uso culinario, el lavado personal de los sábados o domingos, el pelo y poco más... ¡Sí! Rostro, dientes y manos diarios. Pocos eran los que contaban con el precioso cuarto de baño,    de haberlos serían contados.

Lo mismo sucedía con la de lavar, esa era muy apreciada, fregar los suelos de las casas, después de haberla usado para el enjabonado, y los siguientes aclarados. Primero la ropa dejarla reposar con lejía, pasarla con agua clara y volverla a aclarar con el toque azulón del azulete. Algo se me olvidaba. De tratarse de ropa muy sucia se dejaba dins es còssil la noche anterior tapada de agua con la ceniza recogida del fuego, llegada la mañana se desechaba, se volvía a llenar con agua clara y    a partir de ahí se restregaba con la pastilla de jabón.

Añadir que las consabidas aguas    para el lavado provenían de la fuente más cercana al domicilio.    Es fácil adivinar que se trataba de muchas idas y venidas de un lugar a otro. Las últimas aguas, las de aclarados y demás eran muy útiles. Se guardaban varios cubos, destinándolos a fregar suelos, y mantener la calle pulcra, esbrufar, que viene a ser lo mismo que salpicar. Principalmente en verano, llegada la tarde, antes de salir a hacer labor sentadas en la silla baja de boves en la acera, se hacía la limpieza de esta. Dando así cierto placer de limpieza y frescor.

Al finalizar las faenas o paseos    con    embarcaciones, se cogía con el cubo o poalet agua del mar, haciéndose el consabido baldeo dejándola limpia y a punto para la próxima salida. Tal cual la limpieza de los coches, un cubo y una gamuza especial para los mismos. Todo se trataba con    sumo respeto, y sin desperdiciar res de res.

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