Un nuevo caso de maltrato animal nos sacude y avergüenza estos días. Porque el maltrato no solo es por acción sino también por omisión: por la falta de cuidados, de cariño, por el abandono y la dejadez absoluta en la que dos perros malviven en una jaula en un patio, a la vista de todos, en Fornells. Su desgracia es doble, porque además no tienen recogidos ni unos mínimos derechos por una ley cobarde que los dejó fuera de su ámbito de protección, la famosa Ley de Bienestar Animal que no incluyó, por presiones del sector cinegético, a los canes de trabajo y de caza, clasificación en la que se encuentran estos pobres enjaulados. Según el Seprona –tal y como informó el Ayuntamiento–, sus condiciones cumplen la normativa. ¿Cuál? Porque en las imágenes y vídeos que publicó este diario y que circulan y se viralizan en las redes sociales no parece que se respete la Ley 1/1992 de Protección de los Animales que viven en el entorno humano aprobada en Balears. Aunque tenga ya 33 años establece claramente que no se puede tener animales «en condiciones inadecuadas desde el punto de vista higiénico y sanitario».
Claro que tal vez un cuenco de agua nauseabunda y unas heridas llenas de moscas sean consideradas lo normativo; que otro informe veterinario legitime ese estado es increíble y decepcionante para cientos de amantes de los animales que se están movilizando para que estos perros sean cedidos a las protectoras, con el deseo de que tengan una mejor vida y que un pointer de 14 años no sea ya considerado perro de caza.
El Ayuntamiento de Es Mercadal ha requerido al propietario otro certificado de salud y se compromete a tomar medidas según el resultado. Es lógico que deba actuar con el aval técnico necesario, pero de algún modo –y sabiendo que esto es solo la punta del iceberg, porque muchos otros animales están encerrados en caminos donde no se les ve– debe frenar la crueldad.