¿Os sorprende que aparezca en esta columna de un pequeño diario? Me he apoderado por un momento de la voluntad de un insignificante escribiente para darme a conocer, para que nunca podáis decir que no sabíais. Ahora os lo dejaré claro. Si alguna vez habéis pensado que me conocíais, me río de todos vosotros con una carcajada todopoderosa y lúgubre para atemorizaros con mi impunidad, para que viváis en el temor y pidáis más armas y ejércitos. Eso es bueno para el negocio y simular más seguridad. Otra mentira que os tragáis…
Estoy aquí para agitaros el miedo disfrazado de indiferencia, porque de eso vivimos los autócratas genocidas, burócratas, generales y los pequeños miserables que medran por las esquinas de los poderes mercantiles para vender su humanidad por confort egoísta. Me alimento de ellos y de vuestro consentimiento callado, para que lo sepáis. Yo soy el intocable Netanyahu, el hombre demonio que os acalla y os hacer fingir y disimular ante la masacre que estoy perpetrando en Palestina.
Ah, por cierto, amansados ciudadanos consumistas, no os vais a librar de lo que estoy creando. Bajo las amenazas que cada día os televisan para manteneros apocados, hay un gran negocio a la vista para los que se alían y apoyan mi terror. Hago callar a Europa, caricatura de ella misma, invocando sus pecados capitales para que me permita matar de hambre y bombas al pueblo semita de los palestinos. Ojalá pudiera acabar con todos los árabes y construir un Gran Israel. Soy un servidor de la voluntad del Dios del Apocalipsis. Soy la encarnación del Quinto Jinete.
Soy las cenizas de lo que queda de humanidad. Mi amigo americano me alimenta los arsenales para que prosiga con mi sueño lleno de pesadillas para los inocentes que aún creen en los derechos humanos. Os lo adelanto yo mismo, esto que estáis queriendo no ver, acabará pasándoos factura. Vuestros hijos lamentarán vuestro silencio e inoperancia. No hay peor ciego que el que se niega a ver y a actuar, de eso me aprovecho. ¡Cómo me gusta la sangre!
He conseguido acallar las voces pacíficas de mi propio pueblo con más policías, espías, chivatos y ejército. Si supierais la verdad de quién alentó y toleró los hechos del 7 de Octubre... en fin, tampoco haríais nada, no os importa la verdad, solo os interesáis por vosotros y eso me permite esconder mis corruptelas. Vanidad de vanidades. ¡Gracias!
Dejo el cuerpo de este humano que os escribe para seguir con mi limpieza étnica. Sed buenos y mirad sin ver. No protestéis, estáis más cerca de vuestra deshumanización y eso me da ánimos para reírme de todos vosotros con mis amigos que, además, optan al Premio Nobel de la Paz. ¡Ja, ja, ja!