Ferreries suspendió hace años el turno nocturno de su Policía Local, Es Migjorn tampoco lo tiene y Es Mercadal hace encaje de bolillos para mantenerlo, incluso en ocasiones ve inevitable suspender alguno de los vespertinos. Es la consecuencia del déficit de agentes que rebaja la seguridad de la mayoría de municipios, pero el caso de Ciutadella alcanza otra dimensión más preocupante.
Que un municipio próximo a los 90.000 habitantes en pleno agosto se quede con dos, uno o ningún agente local en horario nocturno resulta injustificable por muy excepcional que sea el extremo al que se ha llegado.
Desde hace tiempo se conoce el progresivo descenso del número de policías en Ciutadella, donde se han perdido casi la mitad de efectivos en poco menos de dos décadas. Las limitaciones legales para crear nuevas plazas, el envejecimiento de la plantilla y los accesos a la segunda actividad acentúan la falta de previsión para evitar lo que se veía venir.
Es el resultado de largos años sin convocatoria de oposiciones ni cursos de formación, también de la desaparición de los policías turísticos que eran una bendición para los Ayuntamientos en verano porque además su coste lo asumía el Govern, y también del carácter siempre reivindicativo del cuerpo policial que no duda en utilizar medidas de presión para defender sus derechos.
Los dos últimos Ejecutivos al frente de Balears han aplicado medidas para que al menos haya una convocatoria anual de nuevos agentes, aunque los procesos de oposición están siendo tan excluyentes que ni siquiera se cubren todas las plazas ofertadas. Alcanzar dotaciones adecuadas no se resolverá a corto ni a medio plazo debido al retraso acumulado.
Asumida la situación, los argumentos esgrimidos para justificar la ausencia de policías locales en la noche de Ciutadella, no le sirven a ningún ciudadano que paga sus impuestos, cuando precisa una intervención urgente y los agentes o bien no aparecen o lo hacen una hora después de que sean requeridos. ¿Quién se responsabilizaría si ocurre algo irreparable?