Estamos fraccionados. Rotos. Separados. La sociedad lleva tanto tiempo siendo víctima de un acoso social interesado en dividir que ahora, la realidad, es que se intuyen dos bandos en cualquier tema donde solo te puedes posicionar salomónicamente en uno con todo lo que supone tu decisión. O todo lo que se han ocupado de que signifique tu decisión.
En el caso de los incendios, hay quien apunta al cambio climático, como si supiese encender un mechero, y el que está convencido de que ha sido acción del hombre -o inacción- obviando que es verdad que llueve menos, que hay más calor y que la naturaleza parece cada día más desbocada. En el caso de la política o eres un súper facha de la muerte o un súper rojo de la muerte. No puedes, simplemente, ser una persona que de una cosa opina de un modo y de otra opina de forma distinta.
Creo que ya lo dije por aquí hace unas semanas o meses, hay quién vive muy cómodo en una sociedad polarizada en dos bandos, habiendo limitado las posibilidades de pensar o sentirse cómodo interiormente. O piensas como yo o estás en mi contra. Es una forma de batallar plácida y populista pues si yo pienso de una forma y tú no, yo soy muy bueno y tú un terrorista o algo peor.
No te escandalices, no ha sido algo súbito. No ha sido causa de algo inesperado. Es una especie de fenómeno que se ha ido trabajando para que ahora, y de ahora en adelante, le permita a quién le interese, defenderse con argumentos adulterados con un dedo acusador que por insistencia incómoda.
Porque o piensas como la otra persona o eres lo completamente contrario. Y te atacan gritando más, con más fuerza para que los oigan que con peso para sus argumentos para convencerte o, simplemente, convencerse.
En el caso de los incendios, el claro ejemplo es que el enemigo no es el fuego. En el cruce de declaraciones y de evitar responsabilidades, se ve nítidamente que el principal problema que es el fuego es el tema del que menos se habla. Mientras escuchas como debaten de lo que se debería haber hecho o de lo que se ha hecho, lo cierto es que el fuego sigue quemando. Y quemará el verano que viene. Porque por más que grite un inútil, sigue siendo un inútil.
Porque en esa especie de bipolaridad hay quien está más convencido en demostrarte que tiene razón, aunque esté equivocado, que en tener predisposición a escuchar y cambiar de opinión.