Puede que haya gente, por lo demás bien informada, que no entienda muy bien por qué el PP, y todas sus comunidades autónomas, rechazan de forma unánime la quita parcial de su deuda por un valor de 83.000 millones, y prefieren los agobios económicos a ceder ante el Gobierno. Cierto que el Gobierno, desde el escabroso asunto de la financiación singular (¡singular!) de Catalunya, está haciendo cosas rarísimas que ni ellos entienden, y unos ejercicios de funambulismo contorsionista con la financiación autonómica que será un milagro si no se parten la crisma.
Pero como a la vez ya estamos muy acostumbrados a que en este mundo lo único que importa es la pela, y 83.000 millones son 83.000 millones (a caballo regalado no le mires el diente), se hace raro que alguien renuncie a ellos por razones de estrategia política. ¿Por qué entonces se niegan a aceptar el caballo, y sin dejar de hacer comentarios desdeñosos sobre su diente? Por joder, efectivamente. Por lo mismo que los catalanes no exigen una financiación justa, ni abundante, sino singular.
Por lo mismo que Putin se deja agasajar por el presidente de Estados Unidos, y un juez procesa al fiscal general del Estado en lugar de al presunto delincuente. Por joder. Es incalculable la cantidad de cosas que se hacen solo por joder. Y no únicamente en la política o la economía, sino hasta en las artes y las ciencias (la de libros que se han escrito solo por joder), sin mencionar la vida privada. De la que no vamos a hablar por ser eso, privada, pero donde tal motivación suele ser de largo la que más motiva. Incluso he conocido gente que consigue portarse bien, y hacer cosas buenas, precisamente por joder más. Es la razón suprema, definitiva, el motivo principal, cuando no el único, de la mayoría de acciones. El que toma las decisiones importantes, también el voto, y explica casi todos los comportamientos misteriosos. A veces se le llama competitividad, pero en realidad se trata de molestar, fastidiar, sacar de quicio a alguien. ¿Y eso por qué? Lo he reflexionado a menudo, pero me canso pronto y no llego a nada. Mira que si fuese por el gusto que da. ¡El motor del mundo! Es jodido pensarlo, pero igual acabo haciéndolo.