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Suavizar lo excesivo

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El lenguaje hace maravillas, para eso está. Si en lugar de decir derecha se dice conservadores, la cosa resulta menos agresiva, porque algo conservadores somos casi todos, y hasta la izquierda puede ser muy conservadora, incluso conservacionista, en los asuntos que le importan. La izquierda hace muchos años que, con idéntico escorzo lingüístico, pasó a llamarse progresista (los progres de mi juventud), porque quién no quiere el progreso. Fue el primer disgusto de una larga lista que me dio a mí la izquierda.

Ahora, a la par que los liberales se convierten en neoliberales y ultraliberales, la extrema derecha se multiplica en todo el mundo devorando a la derecha y aquí las últimas encuestas les dan un porcentaje de votos cercano al 20 por ciento (lejos de Francia, Alemania, Italia o EEUU, pero en rápido ascenso), me he fijado que a menudo ya no se les dice ultraderecha, ni menos fascistas, sino ultraconservadores. ¡Ultraconservadores! Suavizar lo excesivo, mientras a la vez se reafirma. ¿Es eso posible?

Lingüísticamente sí, y socialmente parece que también. Conforme crece la ultraderecha en todas partes, y se zampa a grandes bocados a la derecha (a los conservadores), cambia sutilmente de nombre y se protege con el confortable conservacionismo, aunque según vemos a diario, lo que ahora pretenden conservar son cosas que ya creíamos afortunadamente desaparecidas hace décadas, cuando no siglos. En eso consiste la guerra cultural, y cuando los cambios alcanzan al lenguaje, que naturalmente lo incorpora todo, es que la están ganando.

¿Y se puede ganar una guerra, de momento cultural, con solo el 18 por ciento de votos que ahora pronostican nuestras encuestas? Desde luego, porque ese 18 por ciento de votos ultraconservadores llevan en el estómago, a medio digerir, muchos más propios de los incautos conservadores, y eso ya es una multitud.

En fin, quizá no debería yo leer encuestas sobre intención de voto, porque viendo lo que hacen los ultraconservadores de todo el mundo, que hasta el idioma han alterado y no lo reconoce ni su padre, ya voy más que servido. ¿Y qué se puede hacer en un país súbitamente invadido por vastos ejércitos ultras? Nada. Llamarlos conservadores. Suena menos agresivo.

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