Los ocho años de gobierno de la izquierda entre 2015 y 2023 dejaron claro que no gestionaron Menorca pensando en el futuro. De hecho, la aprobación del Plan Territorial Insular a cinco días de las elecciones de mayo del 2023 fue casi un último acto de desafío elitista: un plan pensado para quienes se dicen «progres» y «protegen» nuestra isla, pero que pueden permitirse chalés de medio millón de euros, algo que no refleja en absoluto la sociedad menorquina de este siglo, especialmente la de los jóvenes, para quienes sacar adelante un proyecto de vida es cada vez más caro.
Mientras nos vendían un discurso de sostenibilidad, el campo menorquín se iba vaciando de explotaciones y de cabezas de ganado con un 15 por ciento menos en sus 8 años de gobierno. Las infraestructuras se quedaban atrás (véase la carretera general), el ciclo del agua ignorado (y por eso estamos como estamos) y todo para mantener una burbuja de lujo que nada tiene que ver con la realidad de la mayoría.
El pasado lunes, en el pleno del Consell Insular no faltaron los mismos de siempre, aplaudiendo con los ojos cerrados a la izquierda caviar, como si defender un PTI para millonarios fuera lo que la juventud menorquina necesita. La realidad es que la sociedad menorquina ya les dio la espalda en 2023 y por eso están donde están: en la oposición.
Así que este es un mensaje claro: para aquellos que aún creen que aplaudir a ciegas un plan elitista los hace progresistas, Vilafranca ha tenido el coraje y la valentía de poner a Menorca por delante de esos viejos dogmas y de pensar en todos, no solo en una élite de subvencionados que siempre aparecen cuando no gobiernan los ‘suyos’.