No se me alcanza a comprender en qué momento de su vida han llegado algunos/as a ese nivel de odio ni en qué escombrera verbal nutren su iracunda verborrea perdiendo de esta suerte el decoro del lenguaje en quienes se dedican a la política, sobre todo cuando están situados a niveles de relevancia. ¡Hombre!, llamar pirómana a la directora general de Protección Civil como hizo Elías Bendodo, en otra metáfora repugnante habla de un gobierno de España con sede en Sicilia, me parece improcedente si no se presentan pruebas de que esa señora le ha arrimado «candela» al monte. El listón es difícil de superar dice Víctor Lafuente en una columna de «El País» martes 26 de agosto 2025, todo y que a su lado tiene a una de las voces más corrosivas en lo que llevamos de democracia parlamentaria, del que estoy en total desacuerdo con los términos que emplea esa persona.
En la oratoria parlamentaria se debería de ser prudente, eso no quiere decir que haya que dejar de ser incisivo señalando todo lo que el votante espera que sea señalado. Es como hablar a gritos o hablar con normalidad. La razón no la dan los gritos si no los argumentos y la veracidad de lo que se expone. Luego están algunos que basan sus intervenciones en lo más abrupto, lo más barriobajero, lo más hiriente de su pestífero repertorio de la descalificación, sin tener, porque no tienen, la «chispa» de los grandes oradores parlamentarios como aquel que dijo: «no sé de qué se queja su señoría llevando calzoncillos de seda», a lo que el interpelado contestó: «no sabía que su señora fuera tan indiscreta». El parlamentario al que otra parlamentaria le dijo «es usted un sinvergüenza», le soltó a la ministra Sara Aagesen: «usted forma parte de una organización criminal, el gobierno de España». También ha dicho que España tiene un gobierno de forajidos.
Como no podía ser de otra manera surgió en el mal lenguaje la imitación en otra diputada que ya se ha hecho notar por su lenguaje grueso: «no es que sean ustedes una banda, parecen más una mafia y una organización criminal». Hay frases que más que dañar a quien van dirigidas, dañan a quienes las dicen aunque lo de esa diputada viene a confirmar que toman por apropiado lo peor del lenguaje que primero corean y al final imitan porque su caletre no da más de sí y creen, porque cuatro correveidiles les aplauden sus tafaradas de odio, que están en el buen camino el que les llevará al Olimpo del poder político. El votante es más inteligente que todo eso y lo que realmente anhela es que el político/a sepa atender sus necesidades ciudadanas. El lenguaje zafio queda como algo anecdótico, se lo aconsejé al señor casado desde estas mismas páginas y miren ustedes cómo acabó.
A veces, por el afán de querer ser hiriente o de querer ser original, se viene a caer en el hediondo barrizal en el que algunos se enfangan. Decir en un acto del partido en Navarra «empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un gobierno que nunca debió de haber existido en nuestro país». No puedo evitar que eso me retrotraiga a la España de las cunetas llenas de cadáveres y verdugos. En cualquier caso, aconsejar empezar a cavar la fosa es completamente inadecuado aunque viniendo del personaje que lo dijo ¿qué se puede esperar?, si no una tafarada de odio que ni siquiera disimula. Creo que ese lenguaje no le llevará a usted señor Feijóo a la Moncloa, tiene usted otros caminos más honestos. Son más que suficientes los errores del actual presidente del gobierno para que usted aspire a sustituirlo. Lo conseguirá si sabe cuidar su propia trayectoria, no le hace ningún favor el mal lenguaje de algunos/as de sus más cercanos colaboradores.