Nunca hasta ahora había hablado tan claro el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, sobre la estrategia de su partido en materia de inmigración. Lo ha hecho en Formentera, la isla balear más afectada por la llegada de pateras procedentes de Argelia con inmigrantes irregulares a bordo. La dirección ‘popular’ ha ido sorteando como ha podido un debate que le resultaba incómodo pero que se ha colado en el listado de los principales problemas ciudadanos gracias a la habilidad discursiva de Vox. Hay que leer el libro de la exdiputada de Podemos Laura Camargo «Trumpismo discursivo», que da claves sobre cómo la extrema derecha va construyendo relatos y cómo va ganando terreno político y social, incluso con la apropiación del lenguaje clásico de la izquierda. La libertad es ahora un concepto de derechas, quién se lo diría a quienes van a recordar en unas semanas que hace 50 años que murió Franco. Vox ya se ha apuntado su primera victoria. Ha logrado que ciudadanos que sufren lo indecible para pagar el alquiler estén convencidos de que uno de sus problemas es la inmigración. No la vivienda; la inmigración.
Esta semana ha llegado la segunda victoria de Vox: ha conseguido arrastrar al PP hasta ese marco mental. Lo que ha dicho Feijóo en Formentera lo podría haber dicho Santiago Abascal. Con una salvedad: lo que ahora defiende Feijóo es lo que defendía, en pasado, Abascal porque Vox ha ido subiendo de manera continuada los decibelios y el tono de su cruzada antiinmigración; ha creado un ideario colectivo donde muchos ciudadanos ven una amenaza en la llegada de migrantes. Con esa bravuconería castiza que les da hablar sin filtros y despreciar lo políticamente correcto, los dirigentes de la extrema derecha ya no tienen rubor en proponer hasta el hundimiento de los barcos de ayuda humanitaria. Vox eleva el tono. El problema es que el PP se sube a la estela que deja Abascal. ¿Subirá el PP su escalada contra la inmigración conforme Vox vaya subiendo la suya?
La presidenta del Govern, Marga Prohens, también ha ido endureciendo su discurso a medida que se disparaba la llegada de pateras a las Islas. Su postura en este asunto se explica desde dos prismas diferentes: Prohens también ha captado que los ciudadanos asisten con preocupación a la llegada masiva de embarcaciones de Argelia. Pero, al mismo tiempo, la inacción del Gobierno central a la hora de tratar de contener el goteo constante de pateras le da munición política frente a Pedro Sánchez y le proporciona un escudo ante Vox cuando toca abordar este asunto.
El Gobierno ha minimizado durante meses el avance de las pateras hacia Balears y ha propiciado que el problema crezca de manera exponencial. Prohens no cambiará de estrategia, menos ahora que tiene el aval incondicional de su jefe de filas.