La entidad semipública gestora de los aeropuertos en España (AENA) nos quiere serviles y domesticados. Cuando interesa su mundo es el derecho privado y la empresa, cuando interesa su mundo es la protección del ministerio y el interés estratégico. Los partidos de las Balears, como Més o el PI, llevan años reivindicando un cambio de modelo que permita mucha más decisión local en inversiones, en rutas, en tasas… Los partidos estatales, como siempre, tienen una opinión muy diferente si sientan o no sus posaderas en la Moncloa.
Los aeropuertos en los territorios insulares son vitales y determinantes. Que los aeropuertos en lugar de estar al servicio del territorio donde se ubican estén al servicio de la cuenta de resultados de una entidad que ni tan siquiera está obligada a publicar anualmente el resultado económico individualizado de cada aeropuerto es una perversión. AENA se pasa por el arco del triunfo la opinión del Ajuntament de Marratxí sobre la zona verde de Son Bonet, convierte nuestros aeropuertos en una gran superficie comercial, realiza un mantenimiento patético, infla los precios hasta el infinito y más allá, y ahora nos dice que la cogestión es imposible cuando su modelo centralizado es una excepción en el contexto europeo. La prepotencia de AENA debería ser su tumba.