El pasado es como un mensaje en una botella zarandeada por el mar de la memoria. El futuro es la materia con la que se nutre la imaginación. La imaginación es el alimento de los deseos... y el amor... ¿qué es el amor? El amor es un misterio. Dicen quienes lo saben que todo eso forma parte del milagro de la vida…vaya usted a saber, porque de ser así yo no le encuentro ni explicación ni mucho menos un lógico acomodo a que con los mismo ‘materiales’ es con lo que se hacen los santos y los demonios, los listos y los tontos, los bienhablados y los que rivalizan en hablar cada vez con más odio, cada vez con menos respeto, cada vez con menos vergüenza.
Hay personas llenas de perjuicios, llenas de debilidades, convertidos en personajes intolerantes y en algunos casos peligrosos. En qué parte de nosotros se fragua la honestidad por más que ya sabemos de alguna materia que la corrompe al extremo de hacerla irreconocible. ¿Dónde se forma el odio? Desconocemos la influencia que tiene o deja de tener el extraño secreto de que con el mismo material seamos luego tan diferentes. Algo incontestable como preguntarse por qué una hija nació muy guapa y la otra hija no; por qué entre dos hijos uno es torpe y el otro es listo.
¿Por qué una persona ve una cosa de una manera y otra persona ve la misma cosa de una manera distinta? Como les pasa a la izquierda y la derecha, circunstancia tan anárquica que luego a la hora de escribir los hechos, la izquierda los contará de manera completamente diferente a cómo lo hará la derecha. Debe ser por eso que aún no nos hemos puesto de acuerdo en si la tortilla debe de llevar cebolla o no debe de llevar cebolla. En cualquier caso es necesario escribir nuestros hechos porque los hechos que no se escriben se pierden por el sumidero por donde se va la memoria que los años hacen frágil hasta convertirla en inexistente o muy deteriorada. Por eso estas son las horas que ignoramos si fue José de Arimatea quien guardó y dónde el Santo Grial, parece que después de recoger la sangre de Jesús durante la crucifixión. Así lo afirmó Robert de Borón en el siglo XII, especialmente en el contexto de las historias artúricas.
A veces en esa industria de pensar, cuando uno piensa me pongo a pensar si la capacidad de pensar es la misma entre el rico y el pobre; el pobre piensa qué haría si fuera rico, cuántas cosas tendría pero el rico no puede pensar si fuera rico porque ya lo es y además lo tiene todo, lo que nos indica que incluso una cosa tan etérea como el pensamiento, el dinero la manipula por completo. Nada raro pues de que nos pase todo lo que nos pasa. En las humanas torpezas le otorgamos el poder a quien por sus anárquicas pasiones se convertirá en un peligro para la sociedad. Cuando lo elegimos pensamos que esa persona defenderá nuestra libertad; no tardaremos en caer en la cuenta en que precisamente esa persona que hemos elegido es quien nos va a constreñir cada día más nuestra escasa libertad.
Algunos jefes de gobierno son desconcertantes. Déjenme decirles que manejar la dignidad propia es un trabajo complejo, sin embargo, en este mundo tan absurdo, no faltan los que sin permiso se ponen a manipular la dignidad ajena causando graves pesares en quienes forman en la sociedad la desventurada desazón inducida por la codicia de aquellos que piensan igual que aquel gallo que cree que el sol sale para oírle cantar.
La grandeza y la miseria de la historia humana son, a fin de cuentas, como un mensaje dentro de una botella en un mar siempre embravecido.