Lluís Apesteguia y Iago Negueruela pueden tomarse libre esta próxima semana. Llega el debate de política general, el segundo más importante del año por detrás de los Presupuestos, pero, si no fuera porque representaría un desprecio hacia sus votantes, podrían quedarse tranquilamente sentados ante IB3 y ver el espectáculo desde el sofá con un buen bol de palomitas a mano.
La oposición, el choque con Marga Prohens por lo que pueda anunciar el martes y miércoles, vendrá parcialmente por la izquierda, sí, pero sobre todo vendrá por el flanco derecho de la Cámara. El verdadero debate lo protagonizarán Marga Prohens y Manuela Cañadas, PP y Vox, y así seguirá hasta el final de la legislatura o hasta que la presidenta decida cuándo llega ese fin de la legislatura.
La oposición a Prohens está ahora en Vox. Su decisión de tumbar el decreto para favorecer la inversión puede ser la puntilla definitiva a la legislatura. Vox no se moverá de su posición mientras el PP no se mueva de la suya y los ‘populares’ ya han dejado claro que no aceptarán, de ninguna de las maneras, tramitar las obsesiones lingüísticas de la extrema derecha. Si las posiciones no se mueven, la legislatura está muerta y se arrastrará, como un zombie, hasta mayo de 2027 o hasta cuando Marga Prohens quiera. No habrá Presupuestos ni leyes del calado de las que se han ido aprobando hasta ahora. ¿Se derogará la Ley de Memoria? Es probable. ¿Se modificará la Ley de Educación para incluir la vehicularidad del castellano? Puede. El PP tiene ahora la oportunidad de presentar él mismo una proposición de ley y ver qué hace Vox.
Pero ahí volvemos de nuevo a lo que se apuntaba al principio de este artículo. Todo gira en torno a PP y Vox. En medio de este ruido político, el PSIB y Més intentan que se les escuche, pero lo tienen muy difícil. La izquierda ha trabajado de forma intensa desde el principio de la legislatura para activar a su electorado. Ha movilizado a sus redes asociativas pero ni ha habido una respuesta como la hubo con el TILni la habrá. En las manifestaciones están las mismas caras de siempre y las únicas protestas que han triunfado de verdad en estos dos años de legislatura son las que han surgido desde abajo, desde la sociedad civil, y no desde arriba, empujadas por los partidos. La vivienda y la saturación turística indignan a la población y la mueven a quejarse, pero de ahí a que los votos vayan al PSIB y a Més hay un trecho. De todas formas, ya puede tomar nota la presidenta de por dónde le llega el malestar. A la oposición le cuesta hacerse oír y encontrar un hueco. También le pasó al PP en la primera legislatura de Francina Armengol, cuando toda la vida política giraba en torno a Podemos. Toda cambia tarde o temprano. Eso es una verdad incuestionable.