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Mi mejor embajador, un queso Coinga

| Menorca |

En eso de tener un detalle siempre tuve un punto de atrevimiento y esta vez el detalle era para el Hotel Plaza de Cangas de Onís. La cosa se me ponía fácil porque soy conocedor de la afición de sus dueños a consumir queso. No tuve que andar a vueltas, ¡mira tú si encuentro un Coinga! Y lo encontré rodeado de quesos de todo tipo y de varios países. Quesos que en verdad me parecían seductores, tenían un aspecto muy agradable. Ya saben ustedes que una presencia atractiva, también en un queso, es un reclamo óptico que tiene mucho predicamento. Pues allí, en la zona de charcutería de El Corte Inglés, en medio de tanto queso estaba medio Coinga y un semicurado de Coinga entero que compré inmediatamente. Pesaba 2,700, con una presencia genuina de queso menorquín. De paso, para mí, eché un «afaga’l pitu» más un cantón de Coinga aunque anduve una se me iba y otra se venía, de ya puesto, echar un par de quesos «raros». Nunca he ocultado que tengo la condición de ser queseroadicto en ejercicio y siendo un servidor del signo géminis, raro tenía que ser que no fuera yo curioso.

Cuando se me alcanza la razón de adquirir un queso me voy por esa marca que en múltiples certámenes nacionales e internacionales han sido distinguidos en reiteradas ocasiones con los más prestigiosos galardones. Claro que bien pensado lo mío no tiene desperdicio, ponerme a mandar un queso a la zona de Asturias que más saben de quesos como es Cangas de Onís. ¡Vamos!, como si me hubiera dado un aflojamiento del sentido común y me acercase al Polo Norte a vender hielo a los esquimales Inuits o a los Yupiks (por si alguien tuviera interés, le diré que «esquimal» tiene un carácter peyorativo ya que significa «comedor de carne cruda» mientras que Inuit significa persona). Pero vamos, hielo, lo que se dice hielo, no creo que vendiera mucho. En la zona de Cantabria, más en concreto en Potes, o ya en Asturias en Cangas de Onís, encontraréis donde elegir, desde el poderoso cabrales que para mí tengo como el mejor azul a los quesos más suaves como son los de la Liébana.
Déjenme decirles que en mis tablas de quesos nunca falta un semi o un curado de Coinga en la vecindad de un majorero canario con leche de cabra, con suerte algo de Epoisses de Bour que era el tipo de queso que solía consumir Napoleón y alguna vez he conseguido un Rollot, dicen que Luis XIV lo probó. Es un queso campesino del municipio del Rollot; aconsejan tomar este queso con un sauvignon blanco.

Sin que me distraiga mi reiterada disciplina a la hora de maridar mis quesos con otras viandas en contra de los sabios consejos de Paz Ivinsor, a mis tablas de queso, además de no faltar nunca un buen trozo de cabrales, suelo echar un trozo de membrillo elaborado por mí, de nuestro propio membrillero. Al semicurado y mejor aun, al curado de Coinga, no le van mal unos granos de uva. Fíjense que tengo curiosidad en saber cómo defiende su origen en Asturias el Coinga que he mandado aunque estoy cierto de que me hará quedar bien, tanto como quien sabe que ha mandado lo mejor acostumbrados como están los quesos Coinga a batirse en duelo en las excelencias organolépticas entre los quesos de prestigiosas queserías. Por eso atreverme a mandar un queso donde tanto saben de quesos, es porque tengo de antemano la seguridad de quedar bien.

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