El último informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2025, que Cáritas presentó recientemente en el ámbito nacional, es demoledor. Más de cuatro millones de personas en situación de exclusión severa, un 52 por ciento por encima del dato de 2007, a los que se suman 2,5 millones de jóvenes en situación «de bloqueo vital» debido a la precariedad laboral, la temporalidad y los salarios bajos, lo que imposibilita su emancipación en un mercado de la vivienda a precios desorbitados. Son los grandes perdedores de este proceso «inédito», alerta la fundación Foessa, de fragmentación social que atraviesa el país, donde la clase media se desintegra.
El informe es un rosario de mazazos, uno tras otro, a los fundamentos de la movilidad social o al menos de un nivel de bienestar aceptable. El empleo ya no protege, la meritocracia es un mito –lo que vale es el origen y la herencia–, porque el «código postal y la mochila familiar pesan más que la capacidad y el esfuerzo», y el alquiler es «una trampa de pobreza».
A la espera de que se publiquen los datos territoriales de Balears, Maria Carbonero, profesora de Sociología de la UIB, coautora del informe de Foessa, ya adelanta que en la Islas, como en el resto de España, se ha llegado al extremo de que un trabajo a tiempo completo no exime de la pobreza, y sobre la vivienda, la socióloga augura que se extenderá «el nuevo chabolismo» que son las caravanas. El dinamismo económico y el empleo son lastrados por el alto coste de la vida y la vivienda.
A todo ello se añade que el «cortafuegos» contra la exclusión ya no es la ESO, se ha desplazado al Bachillerato y la FP, un elemento de riesgo para Balears, que está a la cabeza en el abandono escolar temprano. El IX informe Foessa de Cáritas pone los puntos sobre las íes, de lo macro a lo micro, la recuperación de las crisis encadenadas desde 2007 nunca llegó, aquí nadie va como un tiro.