La duquesa de Cambridge asistió hoy como «madrina» al bautizo oficial de un nuevo transatlántico para cruceros, en su último compromiso oficial en solitario antes del nacimiento de su primer hijo, previsto para mediados de julio.
La esposa de Guillermo de Inglaterra, en el octavo mes de gestación, acudió a este acto ataviada con un llamativo abrigo de estampado animal en blanco y negro y luciendo un elegante tocado negro que le cubría la melena.
El bautizo del barco de la compañía «Princess Cruises», con capacidad para transportar a 3.600 pasajeros, constituye una tradición largamente arraigada dentro de la familia real británica.
La malograda Diana de Gales, madre de los príncipes Guillermo y Enrique, ya bautizó al predecesor.
Como manda la tradición dentro de esta empresa de barcos de cruceros, el bautizo oficial del «Princess Royal» incluyó que Catalina estrellara una botella contra el casco del transatlántico antes de que éste parta el próximo domingo desde el puerto de Southampton (sur de Inglaterra) en dirección a Barcelona.
El acto estuvo amenizado con actuaciones musicales de la cantante de pop Natasha Bedingfield, quien interpretó su exitoso tema «Unwritten», y de la artista Kerry Ellis, un rostro muy conocido en los escenarios teatrales del West End.
Con un peso de 141.000 toneladas, 19 cubiertas y capacidad para transportar a pasajeros a una velocidad de 22 nudos, el transatlántico cuenta además con una cubierta de cristal, un pasillo acristalado de 8,5 metros de longitud e incluye la mayor panadería a bordo de un barco.
La duquesa de Cambridge, que se mostró sonriente durante todo el acto, dará a luz previsiblemente a mediados de julio al que será el primer nieto del príncipe Carlos.
El bebé -cuyo sexo no se ha revelado públicamente- será el tercero en la línea de sucesión del trono británico y podrá reinar sin importar si es niño o niña, gracias a cambios en la legislación sobre sucesión.