Risto Mejide entrevistó este martes en Viajando con Chester, en Cuatro, a una joven promesa de la televisión y redes sociales. Estamos hablando de Samantha Hudson. La joven saltó a la fama con el videoclip de Maricón, un trabajo del instituto publicado en internet, que obtuvo miles de visualizaciones y en el que criticaba la falta de inclusión del colectivo LGTBI en la comunidad cristiana. Además, la artista confesó que sufrió abusos sexuales siendo menor de edad.
Al ser un tema delicado, el presentador le preguntó si quería hablar realmente sobre ello. Ella accedió a contar su dura historia: «A veces eres un adolescente que se ha criado en Magaluf, que es un sitio con mucha fiesta, y si no sabes gestionarla, te puede pasar factura. Acabas de descubrir tu sexualidad, te has denominado 'maricón' y lo llevas con orgullo. Así que dices: 'Voy a hacer cosas de gays'. Me di cuenta de que para ligar, que era mi objetivo mundial de adolescente cándida e inocente, me resultaba más fácil hacerlo con hombres mayores. Para ellos, yo resultaba un caramelo».
La artista ha revelado que sufrió abusos sexuales hasta 15 veces. Además, explicó que las relaciones sí que eran consentidas, pero había un abuso por la gran diferencia de edad: «no fue una violación, pero sí que fue un abuso. Con el tiempo te das cuenta de que no has sabido ver lo que estaba pasando. Eres una persona que no tiene los gustos sexuales consolidados y que la pareja sexual con la que estás compartiendo ese momento sí es un adulto con una conciencia. Unos adultos que, lejos de fomentar un diálogo y un consenso, lo que hacían era aprovecharse de una situación injusta. Ejercer un abuso de poder».
La mallorquina confiesa que con estas relaciones ella no experimentaba «ningún tipo de placer» ya que sufría violencia física y sexual: «terminaban, normalmente en mi boca, me pegaban un empujón. Me caía a la arena y se iban. Así fueron mis primeras experiencias y a mucha gente del colectivo». Finalmente, Samantha Hudson hizo un alegato que solo sí es sí, pero que también hay 'síes' no muy claros, y que obviamente son forzados por la presión del agresor: «creo que es hora de que la gente entienda que decir que 'sí' no siempre significa 'sí'».