Alrededor del 97% de todo el agua del planeta es salada. El líquido salado es una disolución en H2O con sustancias muy diversas, entre los que destacan el cloro y el sodio, ambos componen la sal común. De media, en cada litro de océano hay 35 gramos de sales disueltas. Sin embargo, la salinidad del océano no es la misma en todas las partes del mundo. Por ejemplo, el mar Rojo reúne entre 42 y 46 gramos por litro, mientras que las olas del Mediterráneo no sobrepasan los 39 gramos por litro.
Las teorías sobre el origen del agua marina se remontan a 1715, cuando el físico británico Edmund Halley expuso su teoría de que la sal y otros minerales fueron arrastrados al mar desde los continentes a través de los ríos. Si a esto añadimos el ciclo del agua, estas sales logran concentrarse en las profundidades marinas. Con los años, se ha comprobado que la teoría de Halley era parcialmente correcta. A esto también quedaría añadir el dato sobre el sodio, el cual se formó cuando el fondo oceánico.
No obstante, a esta hipótesis la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos ha añadido que la salinidad se ha mantenido regular durante la vida del Planeta. Esto se debe a que los iones de sal mantienen un ciclo continuo en el que entran y salen del interior de la Tierra. Las dos fuentes importantes responsables de este fenómeno son las erupciones volcánicas submarinas y los fluidos hidrotermales. Cabe recordar el nivel de sal de cada océano depende de factores que pueden variar como la evaporación de agua, el aporte de los ríos y su origen o las precipitaciones.