Son muchos los aficionados del picante y sus especias. El origen del consumo procede de Ecuador, aunque muchos piensan que surge en Asia, con India o Tailandia como países gastronómicos. Una duda muy frecuente es la de si el picante de verdad quita el calor o solo es un mito antiguo. La realidad es que el cuerpo humano tiene una capacidad reguladora de termorregulación que hace que comer cosas frescas no siempre sea la mejor opción cuándo estamos muy acalorados.
La comida caliente o picante aunque creamos que no, es el mejor refrigerio para sobrellevar el calor. La explicación ante este suceso remite a nuestro sistema de homeostasis térmica o capacidad de termorregulación. Esto quiere decir que el mecanismo del cuerpo para mantener siempre la misma temperatura interna estable y segura, necesita alimentos que estén a la misma temperatura que nosotros. El ingerir alimentos demasiado fríos va a hacer que el organismo trabaje más para llegar a la misma temperatura corporal, y si el cuerpo trabaja más, hace que estemos más cansados, por lo tanto tendremos más calor. Por eso, beber agua fría nos quita la sensación de frescor momentáneamente pero luego volveremos a estar acalorados.
Entonces, podríamos decir que comer picante nos ayuda a combatir el calor. Al ingerirlo nuestro cuerpo se activa y provoca que sudemos, al sudar nuestro cuerpo expulsa el calor. Este proceso se conoce como «efecto botijo». Además, la comida picante tiene muchos beneficios como favorecer a la secreción de endorfinas, ayuda a que la digestión se haga mejor y tiene propiedades antiinflamatorias y antisépticas. No hay que olvidar que cada persona tiene un nivel de tolerancia diferente al picante, y lo que en teoría nos puede quitar el calor, puede acabar en un sufrimiento innecesario. Por esa razón, es mejor asegurarnos de no excedernos en el picante.