En el mundo del café, donde cada detalle en su elaboración cuenta para preservar la calidad y el sabor, el café torrefacto sigue generando controversia, especialmente en países como España, Portugal e Italia. Este tipo de café, muy consumido en estas regiones, tiene una particularidad que pone en duda su valor gustativo y su influencia en la salud: el azúcar añadido durante el proceso de tueste. Un experto de la tienda Santo Amaro ha explicado por qué este método ha sido rechazado por profesionales y conocedores del café.
La base de esta crítica reside en que el café torrefacto fue introducido principalmente para enmascarar la baja calidad de los granos. En otras palabras, se añade azúcar al café durante su tostado para crear una capa azucarada que oculta los defectos del grano original. Esto genera un sabor quemado y una textura más áspera, que dista mucho de la experiencia auténtica que buscan los amantes del café.
Por ello, el experto sostiene que consumir café torrefacto es sinónimo de renunciar a los verdaderos sabores y a las propiedades originales que ofrece un café bien cultivado y tratado. En este sentido, advierte que aquellos que prefieren este tipo de café deberían replantear su elección si desean disfrutar de una infusión de calidad.
Origen e historia del café torrefacto
El torrefacto surge a principios del siglo XX, cuando el sector cafetero debía enfrentar restricciones y escasez de materia prima de calidad. En países como España, Portugal e Italia, esta técnica se popularizó y rápidamente se incorporó en el hábito de consumo diario, sobre todo entre comunidades con menor acceso a cafés premium.
En el caso español, el torrefacto, por su bajo costo y su apariencia oscura y brillante, se asoció erróneamente a calidad y solidez, un mito que ha tardado en deshacerse. Sin embargo, la tendencia del mercado y la información disponible tienden a penalizarlo por sus claras desventajas sensoriales y saludables.
Durante el tueste, se añade azúcar al grano de café verde. Este azúcar se carameliza gracias al calor intenso y genera una capa que, aunque brillante, enmascara partes del café malo o defectuoso. La intención era lograr un aspecto más atractivo y un sabor menos amargo, pero esta técnica altera el perfil de sabor natural del café.
En consecuencia, el café torrefacto puede provocar que el agua se torne de un negro opaco y su sabor incluya notas quemadas, más intensas que las de un café natural. Esta reacción no solo impacta negativamente en la experiencia del consumidor, sino que también puede afectar la salud, debido a los compuestos formados por la caramelización excesiva y el tostado agresivo.
Impacto en sabor y calidad del café
El experto señala que el café torrefacto dificulta apreciar notas frutales, florales o cítricas presentes en los cafés de calidad superior. En lugar de ello, predomina un sabor amargo y quemado que puede resultar desagradable para paladares exigentes.
Además, el proceso de torrefacto altera otras propiedades, como la humedad natural del grano y la textura del café molido, dificultando la extracción óptima y la conservación posterior. Esto deriva en un producto inconsistente y alejado de lo que los conocedores califican como auténtico café gourmet.
Además del impacto en sabor, existen inquietudes sobre efectos negativos para la salud asociados al consumo frecuente de café torrefacto. La combustión del azúcar durante el tueste genera compuestos químicos, como acrilamidas y otros elementos potencialmente dañinos, que no se encuentran en cafés de tueste natural.
Si bien el consumo ocasional no es peligroso, se recomienda evitar el torrefacto en casos de personas con sensibilidad gástrica o problemas digestivos, ya que puede aumentar el riesgo de irritaciones y malestar. Por lo general, se recomienda tomar café de tueste natural para probar el sabor más auténtico y más beneficioso para la salud.