En pleno 2025, España enfrenta un preocupante retroceso en uno de sus pilares económicos fundamentales: el turismo. Esta actividad, que durante años ha sido motor de creación de empleo y generación de ingresos, muestra signos claros de desaceleración que podrían desencadenar problemas mucho más graves en el ámbito laboral y económico del país.
El analista económico Marc Vidal ha subrayado en redes sociales que si la actividad turística sufre un frenazo adicional, las consecuencias para el tejido productivo español serán inmediatas y profundas. Esta advertencia cobra aún más peso al considerar el fenómeno de la holgura laboral, que alcanza un 19,3% en España, el porcentaje más alto de toda Europa en cuanto a infrautilización del talento y horas de trabajo.
A pesar de que el gobierno resalta cifras récord en afiliación a la Seguridad Social, el verdadero desafío radica en la calidad y la estabilidad de esos empleos. Gran parte de los puestos creados son temporales, a tiempo parcial y estrechamente ligados a la estacionalidad del turismo, lo que sitúa al mercado laboral en una situación de fragilidad preocupante si la demanda turística indica signos de estancamiento.
Razones detrás de la holgura laboral
El término holgura laboral se refiere a la existencia de personas empleadas en puestos que no aprovechan plenamente sus competencias o que trabajan menos horas de las que desearían. En el caso español, esta circunstancia se manifiesta en una fuerza laboral donde muchas personas están subempleadas o empleadas en actividades para las que están sobrecualificadas. Esto genera un efecto de malgasto del capital humano y de baja productividad generalizada en la economía.
Además, la dependencia actual del sector turístico favorece un modelo económico que prioriza la captación de ingresos externos pero no impulsa, en la misma medida, la inversión en innovación, formación o tecnología. Como resultado, el país se vuelve vulnerable a los cambios en la demanda global del turismo y queda atrapado en un ciclo de empleo precario, bajos salarios y falta de cualificación. Otro factor que agrava esta situación es el envejecimiento de la clase media europea, que recorta gastos o incluso vende propiedades, como casas en la costa mediterránea, lo que puede reducir el flujo económico asociado al turismo residencial y vacacional.
Impacto y consecuencias económicas
Una caída adicional en el turismo afectaría rápidamente la creación de empleo en España, especialmente en sectores vinculados directamente a esta actividad, como la hostelería, el transporte o el comercio minorista. El incremento del desempleo encubierto y la precaria calidad de los empleos reforzarán el estrés económico en amplias capas sociales. Esta situación derivaría también en una menor inversión empresarial y una caída del consumo privado, agravando el ciclo económico y causando un efecto dominó que impactaría incluso a la deuda pública. Según expertos, el sistema español actual está atrapado por una trampa de mediocridad estructural, donde la escasa inversión en capital humano y tecnología limita el crecimiento.
La falta de alternativas sólidas, o plan B, frente a la caída del turismo y el aumento de la holgura laboral podría llevar a una desindustrialización acelerada y un estancamiento económico prolongado. El saldo negativo se traduciría en menos oportunidades laborales, salarios más bajos y una reducción significativa de la calidad de vida de las familias españolas.
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