Cuando se inicia una nueva relación sentimental, la ilusión y el entusiasmo suelen ser abrumadores, pero con el paso del tiempo, estos sentimientos se transforman y muchas personas comienzan a preguntarse: ¿tiene esta relación un futuro sólido?. Desde hace un par de años, en plataformas como TikTok ha cobrado protagonismo una guía sencilla que divide los primeros nueve meses de una pareja en tres fases: la denominada regla del 3-6-9. Aunque no es un método científico para predecir el desenlace de una relación, ofrece un valioso marco para entender la evolución afectiva en España y otros lugares, a partir de cómo cambian las emociones y la convivencia con el paso del tiempo.
Esta estructura ha despertado interés porque coincide con teorías psicológicas y neurocientíficas que desde hace décadas analizan la dinámica amorosa en sus comienzos. Su popularidad refleja la necesidad social de interpretar y adaptar los vínculos afectivos a un mundo acelerado donde los cambios emocionales suelen ser intensos y rápidos. La regla del 3-6-9 divide los primeros meses en etapas reconocibles con características emocionales y conductuales particulares, que pueden ayudar a las parejas en España a identificar necesidades mutuas, conflictos latentes o perspectivas comunes sobre la relación.
Los primeros tres meses de una relación representan la fase de luna de miel, donde predominan la pasión y la fascinación mutua. En este período, las parejas suelen mostrar sus mejores versiones, se siente una conexión intensa y las conversaciones fluyen con facilidad, generando una sensación de encajar perfectamente. En España, este lapso es, muchas veces, el que define el deseo de continuar explorando la relación. Entre el tercer y sexto mes, se activa la denominada fase de vuelta a la realidad. Aquí comienzan a emerger las rutinas y diferencias personales que permanecen ocultas en el inicio. Son meses decisivos para conocer realmente los hábitos, valores y expectativas de la pareja, lo que puede generar tensiones pero también fortalecer la base si existe compatibilidad real más allá del enamoramiento inicial.
Finalmente, la etapa de seis a nueve meses, llamada fase de jaque mate, es un momento intenso para evaluar la viabilidad a largo plazo del vínculo sentimental. En este período, las parejas suelen confrontar la estabilidad emocional, el nivel de compromiso y la capacidad para sincronizar sus planes de futuro. Son muchas las personas que reconocen este momento como un punto de inflexión, donde deciden si continúan construyendo una vida en común o si optan por separar sus caminos.
Fundamentos científicos que avalan la regla
Más allá de su viralidad, esta regla refleja conceptos explicados por la psicología del amor y la neurociencia afectiva. Expertos como la americana Helen Fisher, referente en la investigación de los vínculos románticos, han descrito que el cerebro humano experimenta fases emocionales bien definidas tras el inicio de una relación.
En los primeros meses, existe una alta activación neuroquímica con aumento de neurotransmisores como dopamina y oxitocina, responsables de la sensación de euforia y conexión intensa. Esta etapa coincide con la llamada luna de miel. Con el tiempo, esa intensidad disminuye y aparece un patrón más equilibrado y realista, semejante a la fase de jaque mate, que prioriza la estabilidad y la confianza frente al enamoramiento efímero. Desde la perspectiva psicológica, la transición de la idealización a una visión realista de la pareja es fundamental para el desarrollo de vínculos duraderos. Estudios recientes realizados en universidades y centros especializados señalan que comprender estas fluctuaciones emocionales puede prevenir rupturas prematuras o ayudar a gestionar los conflictos con comunicación efectiva y empatía.