Síguenos F Y T I T R
Hoy es noticiaEs noticia:

Adiós a los suelos sucios: el error que debes evitar para que tu cocina esté bien desinfectada

La acumulación de gérmenes en este utensilio de limpieza puede contaminar el suelo en cada pasada si no se desinfecta adecuadamente

Un hombre limpiando la cocina | Foto: Freepik

| Palma |

La limpieza del hogar requiere prestar atención no solo a las superficies que se desean desinfectar, sino también a los utensilios empleados para ello. Entre estos elementos, la fregona ocupa un lugar destacado como uno de los instrumentos más utilizados en la higiene doméstica, especialmente en espacios como la cocina. Sin embargo, muchos usuarios cometen el error de no desinfectar este utensilio con la frecuencia necesaria, lo que provoca que se convierta en un vehículo de transmisión de bacterias y gérmenes en lugar de eliminarlos.

Con cada uso, las fibras de la fregona acumulan residuos orgánicos, humedad y microorganismos que, si no se eliminan mediante una limpieza profunda, se multiplican progresivamente. Este fenómeno convierte a la fregona en un foco de contaminación que, lejos de dejar los suelos limpios, esparce bacterias por toda la superficie del hogar. La solución a este problema pasa por implementar una rutina de desinfección regular utilizando productos accesibles y económicos que cualquier persona tiene en su domicilio.

La desinfección adecuada de la fregona no requiere productos químicos agresivos ni costosos. Según las recomendaciones de expertos en limpieza del hogar, basta con emplear vinagre blanco y agua templada para conseguir resultados eficaces. Este método tradicional, avalado por su uso durante generaciones, permite eliminar bacterias y gérmenes acumulados en las fibras del utensilio sin dañar el material ni generar residuos tóxicos en el ambiente doméstico.

El proceso de desinfección comienza con la preparación de una mezcla específica que combina agua tibia y vinagre en proporciones determinadas. Para ello, es necesario añadir dos tazas de vinagre blanco por cada cubo de agua templada. Esta proporción garantiza una concentración suficiente de ácido acético, componente activo del vinagre responsable de sus propiedades antibacterianas y desinfectantes. Una vez preparada la solución, la fregona debe permanecer en remojo durante aproximadamente 30 minutos. Este tiempo de contacto resulta fundamental para que el vinagre penetre en las fibras del utensilio y neutralice los microorganismos alojados en su interior.

Durante este periodo, el ácido acético del vinagre actúa sobre las membranas celulares de bacterias y hongos, provocando su eliminación sin necesidad de productos químicos sintéticos. Tras el tiempo de remojo establecido, conviene utilizar un cepillo de cerdas firmes para frotar las fibras de la fregona. Este paso mecánico complementa la acción química del vinagre, permitiendo desprender los residuos de suciedad que puedan quedar adheridos incluso después del tratamiento desinfectante. El cepillado debe realizarse con movimientos envolventes que alcancen todas las zonas del utensilio, prestando especial atención a las áreas más densas donde tienden a acumularse mayor cantidad de residuos.

La importancia del secado completo

El último paso del proceso de desinfección resulta tan importante como los anteriores: el secado completo de la fregona antes de guardarla. Almacenar este utensilio mientras aún conserva humedad crea las condiciones ideales para la proliferación de moho, hongos y nuevas colonias bacterianas. La humedad residual, combinada con la temperatura ambiente y los restos orgánicos microscópicos, genera un ambiente propicio para el crecimiento microbiano.

Para garantizar un secado adecuado, conviene colocar la fregona en posición vertical en un lugar bien ventilado, preferiblemente al aire libre o cerca de una ventana. Las fibras deben quedar extendidas y separadas para facilitar la circulación del aire entre ellas. En condiciones normales, el tiempo necesario para el secado completo oscila entre 4 y 8 horas, dependiendo de la temperatura ambiente y la humedad relativa del entorno.

Los expertos en higiene doméstica recomiendan desinfectar la fregona después de cada uso cuando se ha empleado para limpiar zonas especialmente sucias o con presencia de residuos orgánicos. En condiciones de uso normal, resulta suficiente realizar este proceso de limpieza profunda al menos una vez por semana. Sin embargo, en hogares con mascotas, niños pequeños o personas con sistemas inmunitarios comprometidos, conviene aumentar la frecuencia a dos o tres veces semanales.

Además de la desinfección periódica, es fundamental reemplazar la fregona completa o su cabezal cuando presente signos evidentes de deterioro. Entre estos indicadores se encuentran el deshilachado excesivo de las fibras, la aparición de manchas permanentes que no desaparecen con la limpieza, o la presencia de olores desagradables persistentes incluso después de la desinfección. En general, se recomienda cambiar este utensilio cada tres o cuatro meses en condiciones de uso habitual.

¿Por qué el vinagre es efectivo para desinfectar?

El vinagre blanco debe su capacidad desinfectante a su contenido en ácido acético, que generalmente oscila entre el 4% y el 7% en los productos comerciales destinados al consumo doméstico. Este ácido orgánico posee propiedades antimicrobianas demostradas científicamente, siendo capaz de eliminar numerosas especies de bacterias comunes en el entorno doméstico, así como algunos tipos de hongos y levaduras. A diferencia de otros productos de limpieza, el vinagre resulta económico, accesible y ecológico. No genera residuos tóxicos, no contamina las aguas residuales y resulta seguro para su uso en hogares con niños o mascotas. Además, su olor característico se disipa rápidamente con la ventilación, sin dejar fragancias artificiales ni compuestos químicos volátiles en el ambiente.

Aunque la lejía o hipoclorito de sodio posee propiedades desinfectantes más potentes que el vinagre, su uso en la limpieza de fregonas presenta algunos inconvenientes. Este producto químico puede deteriorar las fibras del utensilio, especialmente si se trata de materiales naturales como el algodón, acortando su vida útil. Además, la lejía requiere un aclarado mucho más exhaustivo para eliminar completamente sus residuos, que pueden resultar irritantes para la piel y las vías respiratorias. Si se opta por utilizar lejía, es fundamental diluirla correctamente en agua siguiendo las indicaciones del fabricante, que generalmente recomiendan proporciones de 1 parte de lejía por cada 10 o 20 partes de agua. Tras el remojo, que no debe superar los 10 minutos, resulta imprescindible aclarar la fregona con abundante agua limpia para eliminar todos los restos del producto químico antes del secado.

La vida útil de una fregona varía según la intensidad de uso y el mantenimiento que reciba. En condiciones óptimas, con desinfecciones regulares y secado adecuado después de cada uso, una fregona de calidad puede mantener su efectividad durante 3 o 4 meses. Sin embargo, en entornos de uso intensivo o cuando se emplea para limpiar superficies especialmente sucias, este periodo puede reducirse hasta 1 o 2 meses. Los indicadores visuales que señalan la necesidad de reemplazo incluyen fibras deshilachadas, pérdida de capacidad de absorción, manchas permanentes que no se eliminan con la limpieza, y olores persistentes a humedad o moho. Cuando aparecen estos signos, resulta recomendable proceder al cambio inmediato del utensilio, ya que su capacidad de limpieza se ha visto comprometida de manera irreversible.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto