El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, ha denunciado en un artículo las «pintorescas guerras de encuestas en las que brilla por su ausencia el rigor metodológico y científico» y que, a su juicio, se enmarcan en estrategias más amplias para alentar la abstención de los progresistas en las elecciones del 10N.
A su modo de ver, está siendo «especialmente significativo» el intento, a través de estos sondeos, de «presentar una imagen general de enfado y hastío entre la opinión pública, acompañado de una inclinación a no votar». Según Tezanos, esa tendencia «no tiene sustento empírico contrastado».
Así, denuncia que proliferan encuestas en las que, frente al rigor científico, «prevalecen los propósitos de manipulación de la opinión», a la vez que se intenta que «los verdaderos profesionales de la sociología sean reemplazados por singulares personajes instruidos en las técnicas de la intoxicación y la desinformación, más propias de otras profesiones».
Todo ello lo expone en un artículo publicado en la web de la Fundación Sistema -de la que Tezanos es director-, con el título «Estrategias electorales, conspiraciones internacionales y efectos de la antipolítica».
La tesis de Tezanos es que los intentos de denigración de todos los políticos y el rechazo total a la política, «el fomento de climas de antipolítica, de división y de desafección entre los electorados progresistas persigue que no participen en las elecciones».
Pero además, advierte de que esas estrategias también «desgastan los sistemas políticos en una dirección predeterminada», tienen «efectos erosivos para la credibilidad y la misma funcionalidad de la democracia» y favorecen el «surgimiento meteórico» de líderes «de perfil impulsivo populista».
Eso que ya ha pasado en otros países, dice además, puede verse ahora en España «en los intentos sistemáticos de denigrar y descalificar a 'los políticos', a los que se quiere culpabilizar (en su conjunto) del fracaso en formar gobierno y no se sabe de cuántas cosas más».
A su juicio, ese «proceder informativo y tertulianesco» cada vez «tiene más rasgos propios de la antipolítica». Y añade que no solo Internet está contribuyendo, sino que «demasiados medios de comunicación social se están dejando penetrar, consciente o inconscientemente, por argumentarios tremendamente simplistas sobre la antipolítica».
Por todo ello, defiende que lo que está en juego en las elecciones del 10N es «un deterioro del clima político y personal de la estructura de los partidos políticos, en un curso peligroso que solo se puede combatir con una dignificación de la vida política y con compromisos serios de no caer en la utilización de las armas oscuras de la política».
Quiere, por lo tanto, el compromiso de una campaña «sin insultos, sin mentiras, sin demagogia, sin campañas de destrucción del crédito público de la política -y de los políticos-, sin intoxicaciones, ni fake news distribuidas masivamente por trolls y otros artificios». «Una política en la que prevalezca la decencia personal y los objetivos nobles del debate público», añade.