Por algunos momentos el primer debate a cuatro entre los principales candidatos a ocupar el palacio de la Moncloa ha parecido un capítulo nocturno de teletienda en la cual los protagonistas sacaban productos como noticias, gráficos, una Constitución de bolsillo y hasta una tarjeta sanitaria universal.
Un poco perplejos se han quedado los telespectadores del debate previo a las elecciones generales cuando Albert Rivera, en el papel de prestidigitador, se ha sacado de la manga una pequeña fotografía de la reunión que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente catalán, Quim Torra, mantuvieron en Barcelona el 20 de diciembre de 2018.
A diferencia de otros cartelitos con recortes de prensa y estadísticas manejados por el mismo candidato, esta foto estaba perfectamente enmarcada, con su soporte y todo. Así Rivera la ha podido colocar sobre su atril para poder evocar una otra vez el omnímodo poder que según él Torra tiene y tendrá sobre Sánchez.
También ha mostrado otra foto de la detención de Rodrigo Rato en 2015 y una tarjeta sanitaria única para toda España, que se ha comprometido a poner en marcha si gobierna y de la que ha esgrimido un prototipo inventado donde se distinguían claramente los colores de la bandera nacional.
Y si Rivera ha parecido el maestro de las apariciones, ya que no ha parado de sacar «gadgets» para enfatizar sus argumentos, Pablo Iglesias se ha manifestado como máximo gurú de la Constitución, cuyo cumplimiento ha exigido, más allá del 155, al leer en voz alta otros artículos sobre impuestos, salarios o pensiones, de un ejemplar de bolsillo.
Artículo arriba, artículo abajo, Iglesias, único compareciente sin corbata, con arremangada camisa azul, no ha soltado su bolígrafo de la mano derecha mientras gesticulaba.
Con la otra ha frecuentado el bolsillo izquierdo de su pantalón, ya desde el mismo momento de la inicial «foto de familia» previa al arranque del debate.
Iglesias se ha permitido amonestar a los otros tres candidatos por su querencia a enseñar «fotos» y «papelitos» y les ha pedido «un poco de seriedad», aferrado a su Constitución de bolsillo, con los artículos que le interesaban marcados con «post-it» amarillos.
Porque el presidente del Gobierno y Pablo Casado también han recurrido a la clásica técnica de los cartelitos estadísticos, si bien el líder del PP los ha mostrado con tanta rapidez que resultaba un poco difícil interpretar los colorines y barras que contenían.
Sánchez ha sido más previsor y ha dejado algo más de tiempo para exhibir una tabla con la que ha querido demostrar que con los Gobiernos del PSOE las pensiones suben mucho más que con los del PP.
Todos se han dirigido en uno u otro momento a la cámara, donde estaban atentos los ciudadanos, pero ha sido Sánchez quien más ha jugado con la mirada al mover ostensiblemente la cabeza para dirigirse en ocasiones muy escogidas a sus dos principales rivales, a su izquierda y su derecha, mirándoles directamente a los ojos.
El presidente, que ha invocado reiteradamente un «detector de verdades» porque según él Casado y Rivera no paraban de mentir contra el Gobierno, ha recordado con muy severo tono, mirando a Casado, que cuando una mujer «no dice sí, es no».
Una contundente mirada que ha vuelto a utilizar al recordarle que el PP votó 127 veces con Bildu en el Parlamento Vasco y para recriminar a Albert Rivera que hubiera establecido un «cordón sanitario» para no pactar con el PSOE en vez de hacerlo con un partido condenado por corrupción como el PP.
Ha sonreído mucho Sánchez, a veces con ironía, como cuando ha constatado su «decepción» con el Rivera con el que pudo pactar en su día, pero también lo ha hecho Pablo Casado, y prácticamente nada Iglesias, quien ha levantado el tono hasta tutear al presidente al pedirle que aclarara si va a pactar con Rivera tras el 28-A.
Una pregunta que hoy ha quedado sin respuesta, a la espera del debate de este martes en Atresmedia, y de cómo cada uno rellene su cesta.