Son muchos los líderes internacionales que han hablado sobre el proceso soberanista catalán, entre ellos Barack Obama, Angela Merkel, David Cameron, François Hollande e incluso el papa Francisco, apoyando la importancia de una España unida y reclamando el respeto a la legalidad y a la integridad territorial.
El presidente de Estados Unidos ha sido el último en pronunciarse y lo hizo este martes en Washington al mostrarse ante el rey Felipe VI «profundamente comprometido» con mantener una relación «con una España fuerte y unida», sin aludir expresamente al proceso soberanista en Catalunya a favor de la independencia.
El intento del presidente de la Generalitat, Artur Mas, de conseguir aliados en el extranjero para su proceso de independencia no ha suscitado apoyos y la Unión Europea le ha recalcado en varias ocasiones que una Catalunya que declare su secesión de manera unilateral estaría fuera del organismo.
Fue el propio Mas quien en enero de 2014 trató de internacionalizar el «proceso» hacia la independencia enviando una carta a los 27 líderes de la Unión Europea y un memorándum a los responsables de Exteriores de un total de 45 países para pedir que apoyaran la celebración de la consulta soberanista.
La respuesta la aunó el entonces presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, quien respondió a la carta reiterando que la situación de Catalunya y la consulta pertenecen al «debate nacional» y afirmando que «cuanta más unidad mejor y cuanta más división, peor».
La Comisión Europea (CE) ha dejado claro en varias ocasiones que una Catalunya independiente quedaría fuera de la UE. Lo han dicho también Jean Claude Juncker, sucesor de Durao Barroso, voces que se unen a la del primer presidente estable del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, o a las de otros miembros de esta institución comunitaria, como Vivianne Reding o Joaquín Almunia.
Juncker se ha alineado siempre «al cien por cien» con Rajoy ante la apuesta soberanista catalana y ha expresado su respeto por los catalanes, pero también por la Constitución española.
De hecho, su respuesta a la carta que envió Artur Mas fue contundente: «Uno no se convierte en miembro de la Unión Europea enviando una carta».
El argumento de la CE es que «un Estado independiente será, por efecto de su independencia, un estado tercero respecto a la Unión Europea y los tratados (comunitarios) no serán aplicables en su territorio desde el día de su independencia».
Incluso el papa Francisco ha hablado del «conflicto» entre Catalunya y España para afirmar que «toda división» le preocupa y que habría que analizar «todos los aspectos» de este caso y de otros surgidos en Europa, como Escocia y la Padania.
«La secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizar todos los aspectos», dijo el pontífice.
El primer ministro británico, David Cameron, afirmó hace sólo unos días en Madrid que si Catalunya quiere «tomar otro camino» debe «ajustarse al imperio de la ley» y advirtió de que su separación de España acarrearía la salida de la Unión Europea y tendría que «ponerse a hacer cola detrás de otros países candidatos».
«Si tuviera que transmitir un mensaje, sería el mismo que en el Reino Unido. Estamos mejor juntos, somos más fuertes y más prósperos juntos. Debemos permanecer juntos», subrayó.
Este mes de septiembre también ha hablado al respecto la canciller alemana, Angela Merkel, quien respaldó al jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, ante el debate soberanista catalán y defendió el respeto a la legalidad que garantiza la soberanía e integridad territorial de cada Estado de la UE.
Recalcó que todo el mundo debe respetar los tratados de la UE que garantizan la soberanía y la integridad territorial de cada Estado.
También el presidente de Francia, François Hollande, ha sostenido que las aspiraciones independentistas en Catalunya son un asunto de política interna, aunque ha destacado la estabilidad y la fortaleza de España.
«Queremos una España estable, fuerte y aliada, como lo es hoy, de Francia», indicó en diciembre del año pasado junto a Rajoy al término de la XXIV cumbre franco-española celebrada en París.
En un sentido parecido se ha expresado en varias ocasiones el primer ministro francés, Manuel Valls, quien nació en Barcelona y que ha abogado reiteradamente por una Europa «fuerte» y «unida».
«La diversidad de España debería ser su fuerza y no un problema», opinó en su día Valls.
El ministro principal escocés, Alex Salmond, destacó en 2014 que el referéndum de independencia en Escocia ha sido consensuado con el Gobierno británico y que esa es una diferencia «clave» con Catalunya.
Desde América Latina, algunos mandatarios también han hablado de Catalunya, como el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien consideró que la situación en Catalunya es «un tema interno» de España y dijorespetar las «reivindicaciones» en esa comunidad.
Este martes mismo el expresidente de Uruguay José Mújica subrayó la necesidad de que en España se pueda encontrar un grado de tolerancia que permita poder convivir.
«No es solo Catalunya, hay más gérmenes, un vasco no es un español clásico y sobre todo si es más viejo» dijo Mújica para afirmar que España «sigue con su problema nacional sin poderlo resolver del todo».