Siria cumple este miércoles el sexto aniversario de una guerra con más de 321.000 muertos y millones de refugiados y cuyo fin es difícil de vislumbrar, en medio del avance sobre el terreno de las fuerzas leales al presidente Bachar al Asad y de intentos de negociación hasta ahora fallidos.
El último año ha estado marcado por la recuperación total del control de Alepo, la mayor ciudad del norte de Siria, por el ejército nacional, que contó con el respaldo de la aviación rusa, en su ofensiva de finales de 2016.
La pérdida de Alepo supuso el mayor golpe asestado por los efectivos gubernamentales a los opositores y propició un alto el fuego iniciado a finales de diciembre y la reanudación del diálogo de paz.
Tanto en el plano político como en el militar ha sido fundamental el papel desempeñado por Rusia, aliada del Gobierno de Damasco, cuyo respaldo castrense ha contribuido a cambiar el equilibrio de fuerzas sobre el terreno a favor del ejército sirio, mientras que en los últimos meses ha impulsado las negociaciones.
«Actualmente, Rusia es el único actor capaz de hacer posible una solución política al conflicto», considera el opositor Yihad Maqdisi, que fue portavoz del ministerio sirio de Exteriores hasta que desertó del país en 2012 y actualmente lidera el llamado Grupo de El Cairo, perteneciente a la oposición.
Maqdisi participó en la última ronda de conversaciones de paz en Ginebra, auspiciadas por la ONU y celebradas entre finales de febrero y principios de marzo.
«Ha habido un entendimiento entre Rusia y Turquía, por un lado, y Rusia y EEUU, por otro, que esperamos que allane el camino para un entendimiento entre los sirios», indicó Maqdisi.
Esto se ha reflejado en la última ronda de diálogo indirecto en la ciudad suiza entre las autoridades sirias y la oposición, donde «ha habido un adelanto pequeñísimo, pero positivo», subrayó.
El opositor destacó que en la agenda de esas reuniones, que se reanudarán el próximo día 23, hay cuatro puntos: «Tres referidos al cambio político, que son el Ejecutivo, la Constitución y la celebración de elecciones; y uno sobre la lucha contra el terrorismo».
El vicepresidente de la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN), George Sabra, se mostró cauto a la hora de aventurar si será posible una solución política en el próximo año, «todavía está todo muy abierto».
Explicó que, en paralelo a las conversaciones políticas de Ginebra, auspiciadas por la ONU, se está desarrollando otro proceso negociador en Astaná centrado en la situación militar e impulsado por Rusia, Turquía -valedora de los opositores- e Irán, que apoya a Al Asad.
Desde enero se han celebrado tres rondas de diálogo entre las autoridades sirias y la oposición en la capital de Kazajistán, la última iniciada este pasado martes, aunque ha sido boicoteada por la oposición.
Sabra precisó que el proceso de Astaná quiere resolver la situación militar y busca la consolidación del alto el fuego en el territorio sirio, cuyos garantes son Moscú, Ankara y Teherán.
El opositor apuntó que los insurgentes no han acudido, porque opinan que no se han cumplido los acuerdos anteriores logrados en la capital kazaja, «Rusia iba a ser garante de la tregua pero el régimen continúa atacando Guta (periferia de Damasco) y va llevar a cabo un desplazamiento forzado de los habitantes de Al Waer».
Al Waer es el único barrio con presencia insurgente de la urbe central de Homs, donde hace dos días las autoridades y los rebeldes alcanzaron un pacto, con mediación rusa, para facilitar la evacuación de combatientes y civiles.
La oposición lo considera como un desplazamiento forzado de la población, porque básicamente este tipo de arreglos son acuerdos de rendición, que aceptan los rebeldes tras sufrir meses, e incluso años de asedios militares, como ocurrió en diciembre en Alepo.
Mientras, en las afueras de Damasco, el ejército sirio y sus aliados siguen avanzando frente a los insurgentes y este pasado martes impusieron un cerco a tres barrios del extrarradio nororiental: Barze, Al Qabún y Tishrín.
Para el comandante de las operaciones del Ejército Libre Sirio (ELS) en Damasco y su periferia, Abu Zuheir al Shami, ni los efectivos gubernamentales ni los rebeldes están respetando el cese de las hostilidades en las afueras de Damasco.
«¿Qué tregua? No hay ningún alto el fuego en Barze, Harasta, Al Hosh... Los bombardeos son constantes y los combates continúan», lamentó.